A mi abuelo. Al que no conocí, y del que mi abuela estuvo locamente enamorada, y lo estará, hasta el día de su muerte. A sus cuatro hijos. A sus nietos. A mi madre. Y en especial a todas las personas que hacen de sus últimos días algo maravilloso.
A la gente buena. A mi gente.
Descubre más desde Alzheimer Universal
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.