El fármaco inyectado en el estómago de los roedores activó un mecanismo celular que prevenía que las neuronas muriesen. Cinco semanas después de comenzar con el tratamiento, gran parte de los ratones no presentaban los síntomas habituales, como la pérdida de memoria o la alteración de los reflejos y volvían al estado previo de la enfermedad, según el estudio publicado en la revista «Science Translational Medicine».
Ahora bien, aunque el fármaco abre una nueva esperanza hacia el tratamiento de la enfermedad, algunos de los animales sufrieron efectos secundarios graves, como pérdida de peso o aumento del azúcar en sangre, lo que hace indicar, según afirman los científicos, que aún queda un largo camino por recorrer para que se pueda aplicar en humanos.