«Respetar la dignidad de enfermos y cuidadores supone un trato amable y considerado. Los investigadores deben procurar que el encuentro con el paciente y su entorno se realice en el marco de un contacto humano, honesto y genuino, incluso cuando no existe posibilidad de comunicación verbal (de hecho, el especialista debería saber emplear técnicas de comunicación verbal y no verbal)».
El Bienestar del Paciente, una Prioridad
La síntesis encomillada retoma algunas de las consignas que la ONG Alzheimer Europe comparte en esta suerte de manual de ética profesional destinado a los científicos estudiosos del olvido patológico. Algún desprevenido pensará que se trata de recomendaciones obvias, producto del sentido común, pero quienes frecuentamos clínicas y geriátricos con un familiar enfermo reconocemos la necesidad de una capacitación que combata la deshumanización de médicos e investigadores.
Al menos en la Ciudad de Buenos Aires, escasean los profesionales de la salud con buenos modales, contenedores, atentos al bienestar del paciente y de su(s) acompañante(s), inmunes al fenómeno de automatización que reduce el vínculo con el enfermo a la mínima expresión. Son excepcionales los médicos que saben establecer contacto con el paciente más allá de la comunicación verbal.
Ética, Creencias y Dignidad
El manual de la entidad europea sostiene que «principios como la dignidad, la solidaridad, la autonomía y el respeto intervienen de distinta manera en cada escalón de la enfermedad». El texto también señala la influencia de las «creencias culturales y religiosas» y de la pertenencia a una «nacionalidad y profesión» en toda decisión de índole ética.
Ethics of dementia research (así se titula el documento de Alzheimer Europe) consta de quince secciones, incluidos un glosario y una página con referencias. La síntesis introductoria de este post retoma consignas del capítulo quinto, Protecting the wellbeing o Protegiendo el bienestar.
Vale la pena leerlo (lamentablemente sólo está en inglés), no tanto para descubrir verdades reveladoras sino para recordar que familiares y enfermos de Alzheimer tenemos derecho a un trato profesional no sólo eficiente sino también consecuente con nuestra dignidad.
María Bertoni
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