29 de junio
Quiso el azar que nos encontráramos un caluroso 29 de junio.
Tú venías de recorrer un largo periplo, yo empezaba a despertar a la vida. Siendo nuestras realidades y vivencias muy distintas, desde el primer momento nos compenetramos y nos entendimos tanto en las largas conversaciones como en los silencios y, de una forma sencilla (que es como creo que se hacen las cosas grandes), empezamos a recorrer el sendero de la vida juntos, sendero que como todos tenía sus tropiezos y que, juntos, fuimos esquivando de la mano para apoyarnos y darnos ánimo.
Tú representabas para mí la fortaleza, la seguridad, el conocimiento, la pasión, el amor; yo para ti era la frescura, la vitalidad, la inocencia, la curiosidad. Siempre a tu lado tenía la sensaciónde que todo estaba bajo control.
¡Ah! Pero la vida siempre nos sorprende…
Hace aparición la E.A. y todo aquello que yo pensaba que era inquebrantable se quebro. Nuestro sendero se acabó y tuve que buscar rutas alternativas para poder seguir caminando por caminos, ahora, muy pero que muy tortuosos; ya no podía contar con tu apoyo: ni físico, ni moral, ni económico.
Fue un período muy difícil para los dos: para ti por los síntomas que percibías de la E.A y para mí por tu sufrimiento, la impotencia y cambios que tuve que adoptar en nuestras vidas.
Transcurrido este primer momento vinieron otros, y otros distintos, pero también difíciles de soportar; sin embargo, la enfermedad despertó en nosotros sentimientos como la dulzura, el cariño, la ternura, el aprecio por las pequeñas cosas del día a día.
Nos unió si cabe mucho más la E.A. Siempre procuré que tuvieses un entorno alegre (nunca te gustaron los pesimistas) y, por encima de todo, mucho cariño que yo estoy segura que tu percibías aún cuándo ya no eras capaz de expresarlo con palabras pero sí con la mirada.
Ya no tengo tu presencia física pero tú estás a mi lado en todo lo que, sin duda alguna, creamos juntos: en nuestro hijo por supuesto, pero también en el sudor compartido en el placer, en el sudor del trabajo y en las lágrimas que intercambiamos.
(Anónimo)
Agradecimientos: AFACO
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