Ahogándose en Alzheimer: Los hispanos luchan contra la demencia
Por Madison Park
Jueves, 11 de marzo de 2010
“Los afroamericanos e hispanos tienen menos posibilidades de enterarse que tienen Alzheimer y demencia”, explica Geiger. “Eso tiene un impacto significativo en la calidad de vida”, agrega.
Es como si su madre hubiera “renacido a la infancia”, comenta Beatriz.
El informe de la Asociación del Alzheimer estima que unos 11 millones de estadounidenses dedican 12,500 millones de horas a cuidar a sus seres queridos sin remuneración.
Beatriz Terrazas, que vive cerca de Dallas, Texas, releva en ocasiones a su hermana menor, que es la encargada principal de cuidar a su madre.
Tras enterarse de que su madre tenía Alzheimer, en 2007, sus hijos estuvieron de acuerdo en algo: no querían mandarla a un asilo.
“Mi familia todavía es muy mexicana de corazón”, escribió Beatriz en su blog My Mother’s Brain (El cerebro de mi madre). Llevar a su madre a una residencia de ancianos “habría sido como entregar parte de mi historia cultural y familiar”, expresó.
En América Latina es común que toda la familia viva en un mismo barrio, y cuando un pariente anciano se enferma, la familia entera – tíos, primos, hermanos- se dedican a cuidarlo, asegura Beatriz.
Pero los Terrazas están repartidos entre México y Estados Unidos, por lo que el cuidado se volvió más una responsabilidad individual que de toda la familia.
Además de las creencias culturales, los Terrazas no pueden pagar centros especiales, y les preocupa que los que pueden cubrir con el seguro de Medicaid no lleguen a los estándares mínimos.
Las familias hispanas sienten una obligación filial de cuidar de sus ancianos en el hogar, señala Gallagher-Thompson, que es además directora del Centro de Educación Geriátrica de Stanford.
“Hay muchos tabúes culturales contra la vida en asilos”, dice. “La idea es que la familia lo es todo. Tienes que tener a la persona en la casa, por muy difícil que sea cuidarla”, agrega.
Pero el estrés que esto genera es enorme, y muchos de los familiares trabajan a tiempo completo para criar a sus propios hijos.
“Ellos creen que están traicionándolos”, dice Betty Márquez, dueña de la guardería para ancianos Nuevos Horizontes, en El Paso.
“Sienten que están defraudando a sus padres”, agrega Márquez, refiriéndose a las familias que dejan a sus seres queridos en guarderías.
“Ellos se han sacrificado mucho y no pueden darles el tiempo necesario, porque el cuidado de Alzheimer es 24/7. Y además trabajan; es imposible”.
A veces Francisca Terrazas mira atónita a su hija mayor y le pregunta quién es.
“Dios, daría cualquier cosa por tener un día en que pudiera pedirle un consejo, compartir una historia familiar que ya no recuerde, y reírnos o llorar juntas al recordarla”, dice Beatriz.
“De vez en cuando, de repente se acuerda de algo. Las sinapsis se activan, y luego desaparecen otra vez”.
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