Facundo Manes – Director de INECO y del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro
La neurobiología sabe por qué nos enamoramos
30 de mayo | ¿El cerebro pesa más que el corazón?
Neuronas y hormonas controlan el lazo romántico.
El amor es uno de los tópicos más elaborados por las obras artísticas. Grandes novelas, poemas o películas están atravesados por grandes amores.
De la misma manera, el amor es un elemento fundamental en la tradición mítica o en la historia social. Y también constituye un interesante desafío para la neurobiología .
¿Cómo podemos explicar científicamente el amor? Diversos estudios de resonancia funcional dan cuenta de que en el amor se activan sistemas de recompensa del cerebro y se desactivan los circuitos cerebrales responsables de las emociones negativas y de la evaluación social . Esto sugiere que el fuerte lazo emocional de una persona experimentando amor inhibe las emociones negativas y afecta el circuito neural involucrado en realizar un juicio social sobre otra persona.
Las áreas que pertenecen al sistema de recompensa contienen una alta densidad de receptores para la oxitocina y vasopresina , dos hormonas producidas por una glándula en nuestro cerebro, sugiriendo así un gran control neurohormonal de esta experiencia.
El amor materno y amor romántico activan regiones similares en el cerebro humano.
En una investigación realizada en la Universidad de Nueva York, se analizaron mujeres y hombres que se definían como intensamente enamorados, mostrándoles una foto de una cara familiar y una foto de la persona a quien amaban.
Al ver la cara del ser amado, se activaron regiones subcorticales ricas en dopamina que estarían implicadas con los mecanismos de motivación y recompensa .
Encontraron también ciertas zonas cuya activación variaba según la duración que llevaba el romance y que no sólo cambiaba la actividad cerebral a medida que el amor romántico duraba sino que dichos cambios se asociaban justamente a regiones relacionadas con los lazos de parejas en ratones. Así, se observó mayor actividad en la zona del pálido ventral en aquellas personas que tenían relaciones románticas duraderas y es esta región en la que se encontrarían los receptores para la hormona vasopresina, crítica para los lazos de estos roedores.
Aludiendo al dicho popular que declara que entre el odio y el amor existe sólo un paso, un estudio reciente demostró que lo que existen son, más bien, algunas estructuras que se activan tanto cuando uno ve a una persona a la cual odia como a una a la cual ama , y que la diferencia entre esos sentimientos se daría por la combinación del resto de las áreas cerebrales que se activan por fuera de estas áreas compartidas.
Los seres humanos desarrollaríamos tres sistemas cerebrales distintos pero interrelacionados: el impulso sexual, el amor romántico y el apego . El amor romántico no se serviría de un sistema cerebral especializado sino de la convergencia de una constelación de sistemas neurales.
En conclusión, el amor romántico, más que representar una emoción, podría ser mejor caracterizado como un estado de motivación que conlleva a emociones específicas tales como euforia o ansiedad . Esas emociones que revelan Romeo y Julieta por estar tan enamorados.
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