El factor de riesgo más alto que influye en la aparición o no de la enfermedad de Alzheimer es la edad. Este hecho se sostiene sobre una consecuencia lógica: cuanto más avanzada es la edad de la persona, más avanzado es el deterioro de sus neuronas y mayor es la exposición de la misma a la enfermedad. Los mayores de 65 años tienen un 10% de riesgo de desarrollar la enfermedad, mientras que en los mayores de 85 años ese riesgo se eleva hasta casi el 50%. En cuanto a la incidencia de la enfermedad en relación con el género, se ha demostrado que la creencia inicial de que el Alzheimer tenía una mayor prevalencia en las mujeres tenía su explicación en que la esperanza de vida media en el sexo femenino es también mayor.
Otros factores intervienen en la aparición del Alzheimer aunque la edad es el primero y principal. Se considera que la herencia genética es un factor débil en cuanto a la posibilidad de desarrollarla. Menos de un 1% de los casos presentan evidencias de haber heredado la enfermedad. Por ejemplo, se considera que aquellas personas que heredan un gen del tipo 4 tienen más riesgo de padecer esta enfermedad que aquellas que heredan un gen del tipo 2 tienen menos probabilidades de sufrirla. Ninguno de estos factores determinará automáticamente que el individuo vaya a tener Alzheimer o no, pero sí que puede servir de gran ayuda para realizar un diagnóstico temprano y a prever y tratarlo en sus distintas fases con mayor eficacia. A pesar de ello, hoy por hoy es imposible predecir o no con toda certeza la aparición de la demencia.
Algunos estudios han establecido el vínculo entre la educación que recibe el individuo y las posibilidades que este tiene de desarrollar Alzheimer. Por lo general, aquellas personas que demuestran una capacidad más temprana para expresarse por un lenguaje escrito complejo en los primeros años, tienen menos posibilidades de desarrollarlo. Los factores de riesgo cardiovascular también pueden influir en la aparición o no de la enfermedad: aquellos individuos que sufren de hipertensión, tabaquismo, hipercolesterolemia, diabetes mellitus o fibrilación auricular se ven más expuestos a desarrollar Alzheimer que aquellos que no presentan ninguno de estos factores.
Otros elementos que pueden favorecer la aparición del Alzheimer en el individuo son la exposición laboral a pesticidas, fertilizantes y disolventes, los cuales han sido relacionados en diversos estudios con la enfermedad, aunque sin saberse a ciencia cierta cuáles son los mecanismos que los interrelacionan.
Un signo físico de la aparición del Alzheimer, aunque no comprobable en las personas vivas, es el aumento de las proteínas en el cerebro. En concreto la aparición de placas, depósitos de la proteína beta-amiloide que se acumula en los espacios entre las células nerviosas, y las marañas, depósitos de la proteína tau que se acumula dentro de las células nerviosas, son indicativos de la aparición de la enfermedad.
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