Los que entienden, le llaman epidemia
La importancia médica y social de la EA radica en el crecimiento exponencial de casos: los 500.000 actuales en España se triplicarán en 2025. Según acertada expresión del Dr. Martínez Lage, que fuera mi profesor de Neurología en la Universidad de Navarra, ‘el Alzheimer es una enfermedad que la sufre el cerebro, la persona, la familia y la sociedad’. El envejecimiento poblacional dará lugar a un aumento progresivo de casos, que originará en España numerosos problemas médicos, sociales y económicos.
El 4 de noviembre de 1906, en la Conferencia de Psiquiatría del Sudoeste Alemán, en Tübingen, Alzheimer presentó el trabajo ‘Sobre una enfermedad peculiar de la corteza cerebral‘, en la que se hacía por primera vez la descripción de una inusual enfermedad de una paciente llamada, Agusta D, de 51 años, que presentaba pérdida de memoria, desorientación, alucinaciones y demencia, que falleció 4 años más tarde. Su conducta tenía para mí, -según relató-, el sello distintivo de la más absoluta perplejidad, no encontrando ninguna categoría conocida en la que emplazar la dolencia. Desconcertado por el caso, el doctor Alzheimer practicó la autopsia clínica del cerebro de Augusta, que mostró que la corteza cerebral estaba atrófica y que, además, existían dos tipos de anomalías muy llamativas, que hoy en día siguen siendo las características morfológicas básicas: los ovillos y las placas de amiloide. También averiguó que tenía ateroesclerosis de las arterias del polígono de Willis, causantes de falta de riego cerebral, que desempeña un papel crucial en la enfermedad.
Alois Alzheimer fallecía el 19 de diciembre de 1915, a los 51 años de edad. Actualmente, se encuentra enterrado, próximo a su esposa, en el cementerio judío de Frankfurt.
La enfermedad que lleva su nombre se manifiesta como una demencia, caracterizada por un deterioro progresivo e irreversible de las funciones cerebrales superiores o cognitivas, con pérdida de memoria, juicio y lenguaje, que conduce a una grave dificultad en la realización de las tareas diarias, originándose una gran discapacidad y dependencia, que llega a ser total del cuidador.
El periodo evolutivo es variable, puede ser corto, dos o tres años en algunos casos extremos, o bastante largo. Actualmente, tiene una duración media mayor, que se estima en unos 12 años a partir del diagnóstico definitivo.
El conocimiento que se tiene actualmente de la EA es muy extenso, aunque se desconoce su causa y patogenia, lo que impide que aún no se disponga de un tratamiento curativo o preventivo. La opinión más generalizada es que la EA tiene un origen multifactorial, con predisposición genética e influencia de factores ambientales desconocidos.
No sólo su descubrimiento sino también mucho de lo que actualmente se sabe sobre la EA, se debe a la autopsia clínica, como atestiguan los trabajos del doctor Snowdon, quién estudió anatomopatológicamente el cerebro de 678 monjas, con edades comprendidas entre los 75 y los 106 años, correlacionándolo con sus vidas e historias personales. (Descargar completo)
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