Cuestionan tratamiento para curar Alzheimer, cáncer y diabetes
26/04/2011
Científicos analizan si el uso terapéutico de células madre es una alternativa real o una esperanza lejana
Aunque la obtención de células madre a partir de tejidos adultos parecía un gran paso en el camino hacia las terapias regenerativas, libre de obstáculos y controversias éticas, recientes hallazgos han hecho pensar a muchos científicos que el aprovechamiento terapéutico de ese material genético aún es incierto y que, lejos de constituir una alternativa real es aún una esperanza lejana.
Tras introducir virus que contenían los genes promotores de los cambios deseados, los científicos nipones obtuvieron células de piel, musculares y neuronales. Foto: El Universal |
Originalmente, los ensayos para desarrollar ese tipo de tratamientos —que buscan revertir trastornos incurables como cáncer, Alzheimer, lesiones de la médula espinal o diabetes— estaban basados en el uso de jóvenes células madre embrionarias, procedentes de óvulos fertilizados in vitro. Estas unidades biológicas, por encontrarse aún en estado de inmadurez, pueden generar todos los tipos de tejido existentes en el cuerpo como células nerviosas, musculares, cardiacas, entre otras.
Pero en 2006, los investigadores Kazutoshi Takahashi y Shinya Yamanaka, de la Universidad de Kyoto en Japón, demostraron por primera vez con un ensayo en ratones que las células adultas ya completamente diferenciadas podrían ser reprogramadas para adquirir de manera artificial, con la introducción de genes externos, un estado primigenio muy parecido al de las embrionarias. Por ello, también podrían usarse para reparar lesiones, probar fármacos o regenerar tejidos. A estas unidades se les conoce como Induced Pluripotent Stem Cells (IPSC, Células Madre Pluripotenciales Inducidas).
‘Memoria’ borrada
Tras introducir virus que contenían los genes promotores de los cambios deseados, los científicos nipones obtuvieron células de piel, musculares y neuronales. Pero la hazaña no terminó ahí: en 2007, junto con expertos de la Universidad de Wisconsin (EU) produjeron IPSC a partir de células de piel humana, con lo cual abrieron un campo de investigación al que se le veía gran potencial, pues ese material evita el rechazo del sistema inmunitario. Además, se pensó que esto enfriaría el debate ético sobre el uso de embriones humanos, pues con el nuevo método tal vez ya no sería necesario utilizarlos.
“Este fue un descubrimiento muy importante, porque demostró que al cambiar sólo 4 genes era posible que una célula adulta se convirtiera prácticamente en una célula embrionaria pluripotencial”, expresó el investigador Ricardo Tapia Conyer, del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM. Sin embargo, el genetista advirtió que en ese momento aún había algunos problemas que luego tendrían que resolver los autores del estudio, entre ellos que uno de los genes usados como “vector” era inductor de cáncer (oncogen).
“Los virus son usados comúnmente para introducir los factores de reprogramación a las células adultas (para ‘forzarlas’ a expresar los genes y características que los asemejen a las embrionarias) y este proceso debe ser cuidadosamente controlado y probado antes de que pueda llevar a la aplicación de tratamientos útiles para los seres humanos”, se advierte en un documento de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) en Estados Unidos. Y es que, según ese informe público, “si bien esas células (IPSC) cumplen con el criterio de ser madre y pluripotenciales, no se sabe si difieren de las embrionarias en forma clínicamente significativa”.
Pero la introducción de virus y oncogenes no es el único inconveniente ligado a las IPSC humanas: el proceso de reprogramación que emplean los científicos para obtenerlas a partir de células adultas simples como las de piel no es perfecto como antes se creía, sino “aberrante” pues aquellas preservan en su genoma una especie de “memoria” sobre su origen, según un estudio liderado por Joseph R. Ecker, del Instituto Salk de California y difundido en marzo pasado en la revista Nature.
Algunos puntos importantes del genoma de esas IPSC mantienen la memoria incluso después de que los investigadores las transforman en otros tipos de material biológico apto para trasplantes, esto es, el proceso de reprogramación no borra por completo el programa genético natural que hizo adultas a dichas células. Y la marca, que se transmite a todos los órganos o tejidos derivados, tendrá que resolverse antes de llevar estos experimentos de los laboratorios a la clínica.
Tal revelación ha sido precedida por una extensa polémica mundial que en Estados Unidos llegó a un nivel extremo en 2010, cuando un juez decretó prohibir el financiamiento con fondos federales a aquellas investigaciones en las cuales se pongan en peligro o destruyan embriones. “Las células humanas embrionarias siguen siendo el estándar de oro de la pluripotencia” (capacidad de dar lugar a otro tipo de tejidos), declaró al respecto el director de los NIH, Francis Collins.
Aún hay incertidumbre
“Esta ciencia es demasiado nueva todavía para conocer con seguridad qué tipos de células madre podrán encajar mejor en algunos tipos de investigación o tratamientos”, argumentó Collins. Sean Morrison, director del Centro de Biología con Células Madre en la Universidad de Michigan en Ann Arbor compartió esa postura y añadió: “es científicamente insensato reducir esto a un debate entre (usar) células madre embrionarias o adultas (IPSC)”.
Aunque en México no hay líneas de investigación similares, el médico Rafael Rico García Rojas, ex director del Servicio de Genética del Hospital de Especialidades La Raza del IMSS consideró que más allá del debate incitado por grupos religiosos y conservadores que son —dijo— los opositores a este tipo de ensayos, las células madre provenientes de embriones, por ser totipotenciales (pueden dar paso a todo tipo de tejidos) son las más promisorias.
“Es claro que de ninguna manera estos nuevos descubrimientos eliminan o disminuyen la importancia de las investigaciones con células troncales humanas embrionarias, no nada más para generar posibles tratamientos contra diabetes, esclerosis, Parkinson, quemaduras o infartos de miocardio, sino que además proporcionan información valiosísima sobre el desarrollo y diferenciación de los tejidos”, ponderó Tapia Conyer. “Hemos avanzado mucho, pero aún no acabamos”.
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