Dr. Frank Lizaraso Caparó.
A mi adorada madre María Asunción
Oh! Dulce y amada madre mía,
¿sabes? Fuiste tú la que inspiró mi vida.
Solo pronunciar tu nombre, y mi corazón latía
y de mi pecho salirse él quería para ofrecértelo
Oh! Madre mia.
Recuerdas cuando yo era un niño
me decías: hijo mío, eres el hijo de mis entrañas,
te quiero, te adoro,
y tus labios se posaban en mi frente,
y yo sentía felicidad, gozo y alegría.
Tu perfume y tu presencia eran para mí sentirme rodeado de rosas,
de jazmines y del más puro aroma.
Te miraba; tus ojos grandes, negros como la noche
y tu rostro radiante de dulzura,
era feliz, aún siendo muy niño me enseñasteis a amar
con la misma intensidad a mi padre querido.
Me enseñaste también amar a Dios, creador del cielo y la tierra
el que permitió que yo naciera
y conociera a nuestra madre la Virgen María,
y muy dentro de mi alma y de mi mente repetía:
ahora sé, porqué te amo tanto madre mía,
porque tu nombre era MARÍA ASUNCIÓN.
porque naciste ese día, un 15 de agosto,
tus padres te pusieron ese nombre como tu guía
y estoy seguro que la Virgen María te acompañó
hasta que me dejaste un día,
fueron casi 50 años que gocé de tu dulce compañía.
El día que te fuiste sentí que yo moría,
quería irme contigo
ya era médico y había salvado tantas vidas
y no pude con la tuya
pero tú me enseñaste que no es el hombre
quien decide el momento de la última partida,
sino ese Dios del que tú tanto me hablaste;
y así elevando la mirada al cielo,
comprendí porqué te fuiste,
sentí felicidad porque sabía
que estabas acompañada de mi padre,
ambos dejaron que sus almas estuvieran juntas en el cielo
y entonces pensé
que la muerte permite que se junten las almas que se amaron.
Y sabes madre, sentí que poco a poco
mi corazón de emoción latía,
y también como médico sabía
que tú y mi padre,
los grandes amores de mi vida,
vivían en mi porque yo fui el fruto de vuestro amor.
Entonces me dije: ustedes viven en mí y solo me queda
consagrar lo que me diste en vida,
vivir hasta que llegue el día en que tenga que partir
a buscarlos y encontrar sus almas
para otra vez estar juntos con el Dios que me mostraste.
Recuerdo sus palabras cuando leíamos la Biblia
y el mismo Cristo nos decía: el que cree en mí tendrá la vida eterna,
y tu bien lo sabes, ¡Madre Mía!
solo espero ese día para abrazarte y besarte, como lo hice en toda nuestra vida.
Tu hijo que te sigue amando,
Frank
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