Un centro para ganar pequeñas grandes batallas al Alzhéimer
Celia Sierra
Madrid, 4 ago (EFE).-
Los centros de día para personas con Alzheimer son lugares para «trabajar la mente» en los que una sonrisa o «poder diferenciar dos colores» es ganar la gran batalla diaria que conlleva esta enfermedad, y que afecta a una de cada diez personas dependientes de la región.
El Alzheimer es una patología que afecta mayoritariamente a mujeres (74%) y que genera en la mayoría de los casos (70%) situaciones de gran dependencia, según se desprende de un estudio de la Consejería de Asuntos Sociales realizado en colaboración con Obra Social Caja Madrid.
Los centros de atención, como el Centro de Día Maestranza de la capital, que ha visitado hoy el director general de Coordinación de la Dependencia, Miguel Ángel García, con motivo del Año Internacional de la Investigación de esta enfermedad, es un lugar «para trabajar la mente» y en el que las personas que han sido diagnosticadas con esta enfermedad reciben fisioterapia, terapia ocupacional y psicológica. Así nos lo cuenta Concepción Balboa, una usuaria de este centro, que está recuperando el tiempo perdido: «Lo que hacemos aquí es trabajar la mente para no empeorar. Aquí no me siento tan sola como en casa, es de lo mejor que he podido hacer en mi vida».
Imagen: memoriaparamayores.com |
De hecho cuando los periodistas le han preguntado qué es lo que más le gusta, no duda en contestar entusiasmada: «Todo, todo, hasta los deberes». Unas de las principales actividades que se desarrollan en el centro es la terapia ocupacional, cuyo objetivo es que los pacientes no pierdan la capacidad para comer. Los terapeutas coordinan juegos para reconocer formas y colores, trabajar la destreza o la fuerza de las manos, explica Francisco José Gordo, terapeuta ocupacional del centro. En su profesión, según ha explicado, es fundamental la motivación, ya que «cada logro» de los pacientes «por pequeño que sea» supone una «alegría», estos pequeños logros puede ser «diferenciar dos colores» o llevarse «la cuchara a la boca», ha explicado el joven.
Este tipo de centros, además de proporcionar terapias para que las «personas sean autónomas el máximo tiempo posible», también suponen un «respiro» para las familias y un lugar en el que se sienten comprendidas, ya que muchas veces lo único que necesitan es «contar lo sobrecargadas que están», explica la directora del centro, Elena Camarrojo. Aunque no se puede frenar el deterioro de la enfermedad, que «avanza rápidamente si no se les estimula«, sí se puede retrasar manteniéndoles «activos», ha señalado la psicóloga del centro, Ana Martín, sobre una enfermedad que afecta mayoritariamente a personas entre los 85 y los 100 años (84%).
Noticias EFE/Las Provincias.es
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