Ante el reto de la demencia, el internista debe conocer todos los entresijos de esta patología que está en aumento, ya que su frecuencia se duplica cada cinco años desde que la persona ha alcanzado los 60.
Así, Francesc Formiga Pérez, del Servicio de Geriatría del Hospital Universitario de Bellvitge, en Barcelona, ha explicado que el Alzheimer, vascular y mixto, es el caso que más se presenta en la consulta. El último tipo, el de la demencia mixta, cada vez va más asociada a las alteraciones de la personalidad. En cuanto al diagnóstico, el internista debe emplear test como el Pfeiffer o el minimental, complementando este último con otros.
Ademàs, hay que realizar una exploración física completa, neurològica, con una prueba de imagen (TC, resonancia, etc.) y de manera global, observar sus actividades diarias, la comorbilidad y las escalas conductuales, ha añadido Formiga. «Existen nuevos criterios para identificar a los sujetos en fases precoces, previas a la demencia, como es el PET y el LCR».
Otro aspecto que los internistas deben tener en cuenta es que la demencia es un frecuente factor de riesgo de delirio.
Aparte del diagnóstico, existe evidencia de la eficacia y seguridad del tratamiento, con el que se puede retrasar la progresión de la enfermedad y controlar los síntomas. «Cuanto antes demos el tratamiento, el declive va a ser menor. Hay una gran comorbilidad en pacientes tratados de forma tardía», ha apuntado el especialista.
Asimismo, es muy importante el momento de valorar si hay que continuar con el tratamiento. Y sobre todo, según Formiga, lo que tiene que fomentar el internista es la incorporación de habilidades para ayudar a los pacientes en los últimos años de su vida. «Es necesario tener una visión global del enfermo».
Tratamientos futuros
Raquel Sànchez-Valle, del Servicio de Neurologìa del Hospital Clínico de Barcelona, ha hablado de la dificultad de encontrar una cura para el Alzheimer, si bien confía en los 940 ensayos clìnicos puestos en marcha. A su juicio, los fármacos no son eficaces porque se aplican demasiado tarde. «De los pacientes con Alzheimer, hasta un 30-40 por ciento pasan por el deterioro cognitivo leve. Y numerosos estudios evidencian que esta fase de la demencia leve serìa irreversible, que tendríamos que ir a los asintomàticos, que tienen beta en el cerebro. El depòsito amiloide aparece unos diez años antes de la evidencia».
Los nuevos criterios de investigación irán encaminados a intentar diseñar un biomarcador que adivine la enfermedad antes de los síntomas, según Sánchez Valle, que opina que hay que realizar tratamientos en fases más precoces, y plantea la pregunta de si hay que aplicarlos en la predemencia o en la preclìnica.
Diariomédico.com
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