Cada mañana Alfredo acompaña a Adela, la mujer de su vida, al centro de día de Vitalia para que ella reciba cuidados y tratamientos contra el Alzheimer. Ella, para no olvidar, lleva en su mano una de las cartas de amor que recibió de Alfredo cuando eran novios.
Los centros de día para mayores del Grupo Vitalia –35 en toda España– son todo un baúl de recuerdos de historias pasadas y presentes, de hombres y mujeres, la mayoría superados los 70 años, que son la historia viva de España.
En estos centros de día Vitalia, especializados en mayores y envejecimiento activo, encontramos historias de lucha por la vida, de desaliento, de esfuerzo, de superación, de encuentros y desencuentros y, cómo no, de amor.
Y el amor es el centro de la historia de Adela y Alfredo, los dos ya superados los 80 años, padres de familia numerosa, abuelos y, sobre todo, pareja. Un gran equipo al que el Alzheimer no ha logrado romper el vínculo más importante que les ha unido siempre. Pero esta enfermedad degenerativa, tan cruel y activa, les puso las cosas muy difíciles a Adela y Alfredo. Por eso él busco un lugar donde la pudieran tratar y cuidar –con tratamientos en fisioterapia, en estimulación cognitiva, taller de memoria, talleres de lectura– todo lo necesario para que Alfredo no perdiera del todo a Adela a pesar de su enfermedad.
En el centro de día Vitalia Ferraz, Alfredo encontró –gracias a las terapias del científico Método Hoffmann– un lugar para la esperanza. Método que lleva el nombre de su creadora y también fundadora y presidenta del Grupo Vitalia, Catalina Hoffmann.
Adela vuelve a casa cada noche y pasa junto a él los fines de semana en su hogar, el de siempre, en el barrio de Argüelles. Pero ambos, juntos, de la mano, con besos dulces, pequeños y llenos de mensaje, van cada mañana de lunes a viernes a Vitalia para que ella esté estimulada, atendida, bien tratada. Alfredo cree que encontrar un lugar como este ha sido una bendición y no se cansa de dar las gracias a quienes cuidan a su esposa.
Adela, que en los últimos meses ha sufrido un deterioro importante de la memoria, se aferra a su marido. Es fácil encontrarle en el bolsillo alguna carta de las que Alfredo le enviaba cuando eran novios. Ninguno de los dos quiso, este año, perderse el acto que organizaron en el centro del “Baúl de los Recuerdos” con motivo del Año Internacional del Alzheimer que ya finaliza. Cada usuario y familiar dejaban un recuerdo importante de sus vidas en el baúl. Adela lleva su carta, una de las muchas misivas que recibió de su novio, cuando estaba destinado en Melilla, donde tuvo Alfredo su primer destino como teniente, tras su etapa de formación en Zaragoza como alférez cadete de artillería.
Alfredo, que tiene los recuerdos muy vivos, para recordar por los dos si fuera necesario –y ya lo es– aporta además a ese “Baúl de los Recuerdos” un resumen de la relación de noviazgo. “Nos conocimos el 7 de octubre del 51 en Zaragoza, en unas fiestas religiosas previas al Pilar”, recuerda en sus anotaciones Alfredo. “Con qué intensidad vivías Adela el noviazgo, sobre todo basado en las cartas que yo te mandaba desde mis diferentes destinos y que tú contestabas con entusiasmo”, continúa.
Alfredo hace todo esto por Adela, por su amor, por su convivencia, por sus recuerdos y para que tarde en olvidar lo máximo posible. Por eso concluye en su carta de recuerdo para Vitalia: “quizás en su memoria dañada quede un pequeño resquicio que le permita evocar al contemplar este sobre del 12 de julio de 1952, aquellos inolvidables días”.
Pero Alfredo sigue recordando momentos claves en su vida. La directora del centro de día, Sandra Muñoz, lo escucha emocionada: “en la etapa de casados, Adela padeció mi ausencia por otro medio año. Yo participé, como Teniente, en los sucesos de Ifni, iniciados en el año 1947, a donde me trasladé dentro del tercer año de nuestro matrimonio, cuando Adela estaba en estado del tercer hijo, al que no conocí hasta unos cinco meses después, cuando, estabilizadas las operaciones militares, se permitió a las familias incorporarse a Ifni”, explica. Alfredo mira a Adela y sigue contando: “Allí nació nuestro cuarto hijo, y allí fue concebido el quinto, en cuyo estado, a punto de dar a luz, viajamos toda la familia de regreso definitivo a la Península”.
En el centro de día Vitalia siguen la historia de amor con admiración y respeto. Los ojos se les iluminan a Adela y Alfredo, y parecen que vuelven a ser los de siempre, cuando participan en actos de canciones navideñas. A ambos les ha gustado cantar siempre –con su numerosa prole se animan a hacer coros cada vez que celebran reuniones familiares– y ahora, mientras entonan villancicos, se miran y sonríen.
Informa: leonoticias.com
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