Según cifras de la Alzheimer´s Disease Internacional Organization (Organización Internacional de Alzheimer, ADI por sus siglas en inglés) cada siete segundos un nuevo caso de Alzheimer es diagnosticado en el mundo. Actualmente, hay 36 millones de personas con la enfermedad, un número que podría llegar a los 66 millones en 2030 y a los 115 millones de habitantes para 2050.
El problema del Alzheimer es que es una enfermedad neurodegenerativa que deteriora progresivamente la función cognitiva y física de quien la padece, especialmente los ancianos. En la actualidad, una de cada ocho personas mayores de 65 años la tiene, mientras que una de cada dos es potencialmente propensa a desarrollarla.
A esto se suma la carga psicològica y econòmica que debe asumir el cuidador del paciente, que en la mayorìa de los casos debe abandonar sus actividades y metas para convertirse en la memoria y el soporte del enfermo.
Olvidar còmo hacer las tareas de la casa o el trabajo, colocar objetos en sitios inapropiados, sentirse desorientado con el tiempo y el lugar, o tener dificultades con el lenguaje son algunos síntomas del Alzheimer y que muchos confunden con problemas propios de la vejez.
Actualmente, existen medicamentos que logran mejorar la calidad de vida del paciente, pero que finalmente no curan la enfermedad ni evitan su apariciòn. En el mercado es posible encontrar fàrmacos que bloquean las proteìnas anormales que producen la degradaciòn de las neuronas y otros que prolongan su funciòn antes de que mueran.
El neuròlogo y director de la Clìnica de la Memoria en Manizales, Mauricio Medina, explica que aunque no se puede evitar el Alzheimer los medicamentos sì logran retardar los efectos en un periodo de seis meses. Ademàs, ayudan a que el deterioro del paciente no sea tan ràpido y que su calidad de vida y la de su cuidador sea mejor.
Sumado a los medicamentos, la terapia cognitiva se viene implementando para entrenar la memoria y la atenciòn de los pacientes que muestran los primeros sìntomas. La terapia incluye la musicoperapia, la danzaterapia y la estimulaciòn sensorial que ayuda a los pacientes a tener un mejor contacto con la realidad. Pese a los efectos positivos que tiene esta combinaciòn de tratamientos, no se puede evitar el desarrollo de la enfermedad.
De hecho, una vez se detecta la cuenta regresiva empieza. Se estima que las personas pueden vivir entre 17 y 18 años y, en casos excepcionales, hasta 20. Cuando entran en la fase avanzada, es decir, cuando no pueden valerse por sì mismos, tiene una esperanza de vida de 18 meses, la misma que tiene una mujer con càncer de seno cuando hace metàstasis.
Segùn Medina, los pacientes no mueren de Alzheimer sino de las complicaciones derivadas de la pèrdida de la memoria, que les impide moverse y hasta deglutir. La mayorìa mueren de neumonìa, por la aspiraciòn de la misma saliva contaminada.
Prepararse para el Alzheimer
Entre el 3 y 5 por ciento de los casos de Alzheimer son genèticos, es decir, se transmiten de padres a hijos a travès de los genes, donde la prevalencia es del 100%. Segùn Medina, en el Eje Cafetero, Tolima y Huila hay casos de familias enteras con la enfermedad, un fenòmeno ligado a la endogamia, es decir, la costumbre de contraer matrimonio con miembros de la misma familia.
En el otro 95 por ciento de los casos, el Alzheimer aparece en personas sin los genes que predisponen la enfermedad. Aunque no existe un fàrmaco o vacuna que prevenga su apariciòn, la clave està en fortalecer la memoria para que cuando llegue la enfermedad la persona tenga còmo defender su mente y su cuerpo.
“Entre màs se estimule el cerebro y se aprendan cosas es menos probable que se dè. Cada vez que uno aprende algo es como meterle un peso a una cuenta de ahorros. Cuando llega la enfermedad pasa un cheque por 500 millones, si usted ha ahorrado 10.000 millones, esos 500 millones no los sentirà tanto”, explica Medina.
En esto coincide el neuròlogo brasileño y experto en Alzheimer, Paulo Bertolucci, quien sostiene que cuanto menos escolarizada es una poblaciòn mayor es la inactividad cerebral y de paso la prevalencia de la enfermedad.
Los expertos concuerdan en que para activar el cerebro no es necesario leer un tratado de fìsica. Lo ideal es hacer cosas que exijan mentalmente como los juegos de estrategias, los crucigramas, el ajedrez, incluso aprender a bailar o hacer un deporte nuevo. A esto se suma la necesidad de mantener las redes sociales, otro factor que ayuda a protegerse contra la enfermedad.
Sin embargo, los pacientes tambièn deben cuidarse de la diabetes, la hipertensiòn arterial, el consumo de tabaco, la inactividad fìsica y las dietas poco balanceadas, porque son otros factores de riesgo que incrementan la probabilidad de sufrir de Alzheimer.
El Cuidador
Otro de los problemas que agudiza la situaciòn es que la carga de la enfermedad recae en la familia, especialmente en quien asume el rol de cuidador. Segùn Medina, a la Clìnica de la Memoria en Manizales han llegado cuidadores desde los 20 años hasta adultos mayores de 80 que asumieron la responsabilidad de atender a sus esposos o esposas.
La discusiòn a nivel mundial està centrada en los cuidadores en edad productiva que muchas veces deben dejar de trabajar o estudiar para dedicarse a cuidar al paciente con Alzheimer, lo que genera unos costos para la familia y para los Gobiernos. De hecho, en los paìses industrializados ya se ha demostrado que estos costos indirectos podrìan ser mayores que los que genera el tratamiento de la misma enfermedad.
Y es que una vez diagnosticada la patologìa, las personas requieren de alguien que los asista. “El problema de la funcionalidad es de la mente. Tu mente se desbarata aùn en un cuerpo que fìsicamente puede estar muy sano. Para que utilices tus piernas, manos y todo tu cuerpo necesitas quien los organice con un propòsito”, explicò el neuròlogo e investigador de la Universidad Nacional, Rodrigo Pardo.
Ademàs de esa asistencia se ha encontrado que los pacientes que estàn rodeados de amor responden mejor a los efectos de la enfermedad. “Nada es posible si no hay familia. Debe haber un cuidador o un responsable. Esto no hace que la persona viva màs, pero sì actùa sobre la calidad del paciente”, concluyò Medina.
Fuente: Vanguardia
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