La comunicación, con el lenguaje como base, determina las relaciones y la convivencia entre las personas. El enfermo de Alzheimer sufre cambios que alteran este proceso: inicialmente olvida el lenguaje corriente (no encuentra la palabra adecuada, confunde vocablos, etc); luego la información verbal pierde significado para él y, por último, los problemas para articular los sonidos pueden conducir al mutismo.
Pero la incapacidad para expresar los sentimientos y los deseos no priva a la persona de sufrir, de amar o de sentir placer. Será esta dificultad la que explique respuestas ocasionales como la agresividad, los gritos o el uso de palabras malsonantes.
Hay que tener en cuenta que la comunicación es la suma de lo que se dice y de lo que se transmite con el cuerpo. El modo de mirar, la gesticulación, la expresión facial y el contacto físico, por ejemplo, ofrecen más información que las palabras. Cuando el sonido pierde sentido para el enfermo, el lenguaje no verbal -los gestos- será el mejor modo de contactar con él.
Consejos prácticos para mejorar la comunicación
- Si el cuidador está nervioso debe evitar hablar con el enfermo. Intente relajarse antes.
- Si el enfermo es capaz de leer, utilice listados sencillos: horarios del día, medicación, nombres, etc.
- Si no puede leer, sustituya la palabra por la imagen: fotos y dibujos que indiquen la función de las cosas.
- Hable con él frecuentemente. Evite el aislamiento.
- No anticipe la información. Ofrezca el mensaje en el momento de ejecutarlo. Por ejemplo, “vamos a pasear” cuando se vayan a preparar para salir.
- No haga varias preguntas a la vez: realice una y espere contestación. Repítala con las mismas palabras si no obtiene respuesta y tenga paciencia, no pretende fastidiar.
- Recuerde que el enfermo tiende a resumir los mensajes: identifique lo que quiere decir y dígaselo. Por ejemplo: si dice “boca” “frío” confirme si puede significar “no quiero la leche fría”.
- Intente captar la idea cuando dice palabras sueltas (“gracias”, “no”…).
- No le fuerce al diálogo si éste no es posible. Evite la frustración y recuerde identificarse antes de iniciar una conversación, le facilitará el reconocimiento. Esté junto al enfermo sin accesorios que puedan confundirle: gafas de sol, bufanda tapando la boca…..
- Evite los pronombres. Nombre siempre el objeto o persona a la que se refiere. No le hable como si se dirigiese a un niño. Puede demostrarle cariño hablándole con normalidad.
- Utilice temas del pasado para originar conversaciones: su juventud, su oficio, etc.
- Mantenga el sentido del humor, sin ridiculizar. Reste importancia a los errores con bromas que él pueda entender.
- Recuerde que puede pedirle que haga algunas actividades imitándole (cepillarse, lavarse las manos, etc.).
- No olvide que en las personas mayores los problemas sensoriales y físicos favorecen el aislamiento.
- Compruebe que siempre lleva puesto el audífono y las gafas si los precisa y vigile la boca: un mal ajuste de la dentadura o heridas que provocan dolor reducen los intentos de hablar.
Preste atención al lenguaje corporal: mantenga el contacto visual durante la conversación; colóquese delante de él y a su misma altura; puede sentarse a su lado pero de manera que le vea la cara; evite movimientos bruscos y no camine por la sala mientras habla; no le hable desde lejos, acérquese lo suficiente pero sin invadir su espacio privado; transmítale confianza y seguridad en la manera de tocarle: cójale y acaríciele las manos, pásele un brazo por los hombros, etc. Deje que le toque para reconocerle y sonría cuando le mire.
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