Encontrar una cura o un fármaco que evite la progresión de la enfermedad de Alzheimer ha sido el santo Grial de muchos equipos científicos alrededor del mundo.
Sin embargo, se ha logrado avanzar muy poco en este campo y los pequeños pasos que se han dado en el desarrollo de nuevos medicamentos han tenido que ser suspendidos.
En agosto pasado, dos gigantes farmacéuticas en Estados Unidos, Pfizer y Johnson & Johnson anunciaron que detendrían el amplio ensayo clínico de un fármaco, bapineuzumab, que estaba ya en las últimas etapas de investigación
El bapineuzumab se había presentado como uno de los medicamentos más prometedores que se habían desarrollado. Pero no logró demostrar en pacientes la mejora de las funciones cognitivas o motoras que se esperaba.
Poco más tarde, otra gigante farmacéutica, Eli Lilly, anunció que solanezuman, el medicamento que estaba investigando como tratamiento para Alzheimer, no había cumplido los objetivos del ensayo clínico, que también estaba un su última fase.
El ensayo, uno de los más amplios que se estaban llevando a cabo, incluía a más de 2.000 pacientes en 16 países del mundo.
«Es desafortunado que solanezuman no haya logrado mejorar los síntomas de personas con Alzheimer leve a moderado», expresó el profesor Clive Ballard, de la organización Alzheimer’s Society.
«Las terapias prometedoras a menudo fracasan en esta etapa, pero esto es particularmente desalentador ya que un tratamiento similar, el bapinezeumab, también falló recientemente cuando estaba atravesando el último obstáculo», dijo el experto.
El fracaso de estos dos medicamentos no sólo fue un duro golpe para la investigación farmacéutica sino también para el estudio de la enfermedad.
Ambos compuestos estaban diseñados para limpiar o evitar la formación de perjudiciales placas de proteína en el cerebro que se cree son las responsables de la enfermedad.
Estas placas de proteína beta-amiloide han sido la base de la teoría predominante sobre cuál es la causa de la enfermedad.
El fracaso de los medicamentos ha puesto también en duda esta hipótesis.
Los expertos, sin embargo, dicen que los compuestos estaban siendo probados cuando la enfermedad ya se había establecido y que para tener mejor efecto debían suministrarse antes de que las placas se formen.
Duro revés
Este revés ocurre en momentos en que, debido a la situación económica mundial, muchas compañías han tenido que reducir sus nóminas y uno de los mayores impactos se ha visto en las áreas de investigación y desarrollo.
En particular, una de las áreas más golpeadas en las farmacéuticas ha sido la neurociencia, uno de los principales campos de investigación de demencia y enfermedad de Alzheimer.
En una conferencia en Londres el doctor Eric Karran, director de investigación de la organización Alzheimer’s Research Uk, dijo que «la neurociencia es un área muy difícil. Todas las compañías están reduciendo puestos de trabajo y la neurociencia ha tenido la tasa más alta de reducción».
Según el experto, la farmacéutica «AstraZeneca tenía un grupo muy grande de neurociencia, con cerca de 300 científicos. Está reduciendo su equipo a 40, que actuará como un equipo virtual, es decir no hará su propia investigación sino vigilará el desarrollo de los estudios y creará vínculos con otras compañías».
Según el experto otras áreas de la investigación médica, como el cáncer, no se han visto tan impactadas.
Y esto no se entiende cuando la demencia está costando a la salud pública de un país como el Reino Unido casi el doble de lo que le cuesta el cáncer, dice el doctor Karran.
Pero tal como dice a BBC Mundo la doctora Daisy Acosta, vicepresidenta de la Asociación Internacional de Alzheimer, «éste no es el fin de la investigación».
«Ciertamente el fracaso de estos ensayos en sus fases finales fue un duro golpe, porque estas investigaciones son carísimas y las compañías sufrieron enormes pérdidas».
«Bapinezeumab era uno de los fármacos más prometedores que teníamos, pero su fracaso no significa que no se encontrarán otros».
«Y aunque unas compañías quizás no cuenten con el capital para invertir en estas áreas otras sí están invirtiendo».
«El cerebro es un órgano muy complicado y encontrar medicamentos que vayan a resolver sus problemas es una tarea difícil», afirma la investigadora.
Según la doctora Acosta, el futuro de la investigación cerebral y de las enfermedades como Alzheimer está en la neurociencia y muchos más científicos alrededor del mundo siguen investigando en este campo.
«Mi esperanza es que por primera vez todos los equipos científicos del mundo están trabajando juntos porque se dan cuenta de la necesidad enorme que existe de tratamientos para esta enfermedad y creo que estamos más cerca que nunca de obtener resultados», expresa la experta.
Alzheimer es la forma más común de demencia. Se calcula que unas 36 millones de personas viven en el mundo con la enfermedad pero la cifra, según la OMS, se duplicará en el 2030.
Enlace | BBC Mundo
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