Dietas que dañan el cerebro del bebé
La moda de hacer régimen durante el embarazo favorece la aparición en el hijo de depresión, estrés y problemas de memoria
La dieta de la madre puede tener graves consecuencias en la salud de su hijo. Un régimen alimentario estricto que busque mantener la figura a base única y exclusivamente de productos tales como pollo a la plancha, leche desnatada y frutos secos favorecerá la futura aparición en la criatura de complicaciones tan serias como depresión, estrés, trastornos de la memoria e incluso alzhéimer. El tipo de grasas que se consumen durante el tercer mes de embarazo resulta determinante para la salud cerebral de una persona, según afirma el neuropsiquiatra vasco Javier Aizpiri.
«Como se suponía que en una cultura como la nuestra todo el mundo comía bastante bien, los ginecólogos no preguntaban a las gestantes sobre su alimentación. Pero en las últimas décadas se ha ido hacia una cultura de la privación, cuyas consecuencias se dejarán notar en un futuro próximo», vaticina el especialista, director médico del Instituto Burmuin de cuidado del cerebro. Las mujeres -«los hombres también», matiza el experto- han eliminado el consumo de todo tipo de grasa de su dieta.
Lo peor es haberlas erradicado del desayuno, porque luego, después de esa primera ingesta diaria, han de enfrentarse «sin la energía necesaria» a largas jornadas de trabajo, a las que a menudo sigue el «tremendo desgaste» de las tareas domésticas. Esa decisión supone suprimir de la dieta el 70% de los aportes que necesita el cerebro para su buen funcionamiento y que son grasas que están presentes solo en la comida. El cuerpo es incapaz de producirlas.
Pescado azul
Son los ácidos grasos poliinsaturados, los famosos Omega 3 y otros menos conocidos como los Omega 6 y Omega 9 que, según «infinidad de investigaciones», desempeñan un «papel fundamental» en el buen funcionamiento del sistema nervioso. El cerebro necesita estar bien engrasado para razonar, coordinar la actividad corporal, estructurar el lenguaje y regular el tiempo de sueño y la vigilia, entre otras funciones básicas. «Más de un 60% de su composición es grasa», que se ha de obtener, según destaca Aizpiri, no sólo del pescado azul, sino de otros productos, como lapas, mejillones, berberechos, caracoles, nueces, avellanas y aceite de oliva. El pescado azul que más fama lleva es el bonito, pero sus nutrientes también se hallan en las sardinas, anchoas, verdel, salmón y chicharro.
«Una mujer activa, sin un aporte nutricional suficiente, vivirá su embarazo con mayores dolores, depresión, irritabilidad, cansancio y cuando llegue la hora del parto, en malas condiciones y agotada», resume el neuropsiquiatra. El feto también pagará las consecuencias de su mala dieta. En ese tercer trimestre, más que nunca, necesita ácidos esenciales para nutrir su cerebro en formación y prevenir la aparición en el futuro de «depresión, estrés postraumático, alzhéimer, alteraciones de la memoria y deterioro cognitivo», entre otros males.
El consumo excesivo de grasas -especialmente las procedentes de la carne roja- favorece la aparición de colesterol y de enfermedades cardiovasculares, pero se necesitan para vivir. «Son como el aceite de un coche. Si te quedas corto lo quemas y si te pasas, lo ahogas», concluye Aizpiri.
FERMÍN APEZTEGUIA / BILBAO
10/04/2013
Fuente ABC
Fotos Google
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