El paciente no puede adoptar un papel pasivo ante el Alzheimer
Tom (nombre ficticio) es un octogenario que pensaba dedicar todo el tiempo del mundo a tocar el piano tras jubilarse. El Alzheimer truncó sus planes y este ladrón de recuerdos fue mermando el repertorio que se sabía. Su suerte cambió cuando fue reclutado para un ensayo dirigido por Norman Relkin, neurólogo y director del Programa de Desórdenes de la Memoria del Weill Cornell Medical College (Nueva York).
Relkin y su equipo desarrollan una terapia con inmunoglobulina intravenosa (IVIG) y han logrado detener los síntomas de la enfermedad durante tres años.
El especialista presentará su trabajo en la Conferencia Internacional de Asociaciones de Alzheimer, que tendrá lugar en Boston este verano.
En esta entrevista, el experto explica la importancia de su estudio y el secreto de que Tom recuperase sus habilidades musicales a los cuatro meses de terapia, volviese a leer partituras e, incluso, fuera lograra hasta aprender piezas nuevas.
–Tras una década sin buenas noticias en cuanto a la enfermedad de Alzheimer ¿qué aporta su investigación?
Hasta ahora lo único que podemos ofrecer son pastillas de eficacia limitada que ralentizan un poco el avance de la enfermedad pero no la frenan. El reto es decirle ‘stop’ al Alzheimer y lo estamos logrando.
–¿Hay otras líneas de trabajo esperanzadoras?
Tras años de fracasos hay opciones, pero para que los demás equipos lleguen al punto en el que nos encontramos nosotros deberían transcurrir un par de años. Según los datos se puede decir que la nuestra es la alternativa más avanzada y sólida. No obstante, hay estudios prometedores con insulina inhalada y otros con la proteína TAU (reguladora del tráfico nervioso e implicada en varias patologías neurodegenerativas), o que analizan mecanismos para bloquear enzimas que favorecen la formación de placas beta amiloides -también llamadas placas seniles y presentes en el cerebro de los pacientes de Alzheimer-. Son otros caminos en fases tempranas.
–¿Qué tiene de especial su investigación, además de ser puntera?
Básicamente que estamos verificando si un fármaco que ya existía para otra indicación (el IVIG se emplea en el tratamiento de enfermedades inmunológicas graves, como la que afecta a los niños burbuja) es útil en Alzheimer. Esto ya lo hemos probado en 400 personas repartidas en varios centros de EstadosUnidos y Canadá.
–Nada de fases preliminares…
No, aunque quiero destacar que las investigaciones con modelos animales son muy valiosas y necesarias. Sin embargo, en Alzheimer los buenos resultados que a veces se han logrado en roedores no se han plasmado en pacientes. Hay que partir de la base de que estos animales no sufren esta enfermedad, sino que hay que inducírsela para probar la terapia. Esto implica diferencias que por ahora no se han salvado. Es importante matizar porque en medicina no hay que dar falsas esperanzas, menos en cuanto a patologías tan devastadoras.
–En julio presenta estos datos, y ¿qué pasará luego?
Lo normal sería que las autoridades nos pidieran un segundo trabajo que confirmase estos datos. De manera excepcional y debido a los resultados clínicos y a las variaciones en las causas subyacentes de la enfermedad es probable que no hiciera falta este paso; aunque de todas formas lo tenemos preparado.
–Ha dicho que no quiere alimentar falsas esperanzas, pero de seguir así la indicación del IVIG para el Alzheimer podría estar lista en una década omenos ¿Cómo se enfrentan al dilema de su alto precio?
Es una preocupación desde el inicio. El producto escasea y en cuanto se produce se distribuye, razón por la que nos costó conseguirlo para investigar. Se necesitan 10.000 donantes sanos para un solo tratamiento. Cuesta unos 40.000 dólares anuales por usuario y ahora los mayores beneficiados son niños con inmunodeficiencias graves. Es una de las razones esenciales por las que queremos evitar que la gente ‘salga corriendo a la farmacia’. Estamos en el buen camino, pero no hemos llegado al final.
–Esto obliga a pensar el futuro de la investigación; tan necesaria y a la vez tan amenazada por la crisis económica.
Totalmente cierto. Se necesita dinero para investigar y nos enfrentamos a un escenario difícil en el que habrá que buscar nuevas fórmulas de financiación. Investigar es prioritario porque redunda en beneficios para la sociedad. Concretando en este área se prevé que en 40 años los casos deAlzheimer se triplique. Si no somos sensibles al tsunami que esto representa lo vamos a pasar realmentemal, pero no solamente pacientes y cuidadores; sino toda la población.
El paciente no puede adoptar un papel pasivo ante el Alzheimer
A pesar del buen rumbo de sus investigaciones, de que un equipo de científicos de California ha reproducido sus resultados y de otros buenos augurios, Relkin no quiere obviar los dos pilares esenciales en la lucha contra el Alzheimer: tratamiento precoz y hábitos saludables.
«Cuanto antes tratemos mejor. Incluso aunque tengamos un fármaco que frene la patología, las cualidades perdidas no se recuperan. Debemos sopesarlo, ya que si vamos a vivirmás con una calidad de vida deteriorada hay que procurar intervenir cuando todavía el daño no es mucho», explica el neurólogo norteamericano.
Asimismo, hace hincapié en que el paciente no puede adoptar un papel pasivo, ya que su modo de vida condiciona la aparición y progresión del Alzheimer. Por ello, es recomendable hacer 20 minutos de ejercicio aeróbico tres veces por semana, mantenerse social e intelectualmente activo y cuidar la dieta. «Están ustedes en el lugar idóneo por la dieta mediterránea es óptima; eso sí, la de verdad».
En cuanto a la gimnasia mental, Relkin aclara que «no se trata de aprender otro idioma o de hacer crucigramas compulsivamente; sino de practicar lo que te guste, cultivar las relaciones y trabajar lo que llamamos reserva cognitiva». Leer el periódico, comentar lo leído y salir con los amigos es una manera excelente de entrenar el cerebro.
Imagen: Norman Relkin a su paso por la Real Academia Nacional de Medicina invitado por la Fundación Caser. FOTO: MARTA JARA.
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