Cuando alguna vez personificamos al Alzheimer, los familiares de los enfermos tendemos a compararlo con un asaltante, con un ladrón, con un secuestrador. Nos inspiramos en las características distintivas de la enfermedad: una vez que burla las defensas del hogar, ingresa subrepticiamente y empieza a manotear recuerdos, hábitos, palabras, rasgos idiosincráticos hasta llevarse del todo a nuestro ser querido. Quién de nosotros no ha pronunciado alguna vez la frase: Alzheimer… ladrón de recuerdos.
Algunos también lo imaginamos como un matón que espera el momento oportuno para saltar sobre su víctima y golpearla hasta reducirla a la mínima expresión. No lo alienta el espíritu de venganza ni alguna jugosa recompensa. Pertenece a esa categoría de psicópatas que causan daño sin necesidad de motivación.
A menudo, estas comparaciones les resultan exageradas -acaso sombrías- a quienes desconocen los estragos que el Alzheimer provoca en el paciente y en su entorno familiar. Esta mezcla de incredulidad e indiferencia atenta contra los esfuerzos de concienciación social que apuntan a presionar a universidades, laboratorios, gobiernos para que inviertan más tiempo y presupuesto en hallar un método de prevención y un tratamiento efectivos.
Mientras tanto, y como suele decir nuestra Argentinísima María Bertoni, víctima del Alzheimer en la persona de su Padre, autora del Blog Mal de Alzheimer (MA) y colaboradora de AU, «el olvido patológico» sigue avanzando en el mundo entero. En otras palabras, asalta, roba, golpea, secuestra a cada vez más gente.
La idea de una realidad (o amenaza, según el caso) que muchos subestiman o ignoran, inspiró el cartel que CEAFA diseñó para el Día Mundial del Alzheimer de 2014. El rostro intimidatorio de Ray Loriga y el recordatorio de que «la lucha continúa» expresan el carácter inevitablemente combativo de nuestra empresa.
El uso del modo imperativo en la expresión «Haz que este gesto se pegue» refuerza la noción de un compromiso insoslayable, además de irreductible a la cuestión discursiva. El mencionado gesto al que debemos adherir consiste en visibilizar la problemática a partir de la colocación de un post-it sobre la prenda que vestimos, a la altura del corazón (órgano emblemático del amor, la sensibilidad y la solidaridad).
De esta manera, la campaña de 2014 interpela a una opinión pública que a veces prefiere mirar hacia otro lado. Quizás la estrategia resulte intimidante pero, sin duda: ¡correr el riesgo vale la pena!.
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