Infografía: Alzheimer,No hay tiempo que perder
Infografía: Alcohol, la Ruta del Exceso
La enfermedad evoluciona por etapas; su deterioro es progresivo y lento cuando no se presenta en personas jóvenes. La mayoría de las personas que tienen Alzheimer son mayores de 65 años; sin embargo, puede atacar a edades mucho más tempranas, como fue el caso de Carlos que presentó la enfermedad a los 40 años semanas después de la muerte de su hija en el año 2004. Para entonces, y a decir de su esposa, Carlos Ortega Castro ya era alcohólico.
Pérdida de la memoria, desorientación en tiempo y espacio, alteraciones en la cordura o, incluso, desconocerse a sí mismo, (según el avance que tenga cada paciente), son algunas características que presenta la enfermedad de Alzheimer, aunque esta se manifiesta de distinta manera en cada persona dependiendo de su condición física, personalidad y estilo de vida.
Es la forma más habitual de demencia y es una enfermedad mental. Cuando ocurre en personas menores de 65 años ésta se conoce como demencia degenerativa presenil.
Bajo el lema: “El Alzheimer es una discapacidad” o “No hay tiempo que perder”, la Organización Mundial de la Salud (OMS) llamó la atención en el año 2004 sobre el hecho de que la enfermedad de Alzheimer debe considerarse como una discapacidad. Un estudio liderado por el doctor Gabriel López Robles, Psicólogo, y director de enseñanza y asistencia de la Fundación Alzheimer México, indican que el consumo excesivo de alcohol a lo largo de varios años, (mínimo cinco continuos) incrementa la posibilidad de tener Alzheimer. Es decir, el consumo masivo de bebidas alcohólicas aumenta la incidencia de la enfermedad.
Según el testimonio de Gloria, Carlos, su esposo, solía comenzar a beber desde el viernes por la noche, continuaba durante el sábado y el domingo, y solo se detenía el domingo en la madrugada porque debía trabajar el lunes, y se ausentaba de su casa.
Carlos consumía más de una botella de ron al día. Y lo hizo de 1987 a 1997. Estudios del neurólogo Gabriel Delgado indican que el consumo por encima de 50 gramos al día (medio litro de vino) es neurotóxico.
“En los bebedores habituales puede aparecer una polineuropatía, o degeneración de los nervios periféricos producida por un tóxico”.
Sumado a lo anterior las consecuencias del consumo elevado en fin de semana, sobre todo en jóvenes, pueden causar hemorragias en las meninges y el ictus (accidente cerebrovascular agudo). “Otra complicación es la atrofia del cerebelo que se traduce en un problema de coordinación de movimientos, estabilidad y equilibrio. Esto ocurre en casos de abuso continuado excesivo y más aún si se asocia, como ocurría con los grandes alcohólicos ambulantes, con una mala nutrición”, agrega el experto.
Hoy Carlos es un hombre absolutamente dependiente de los cuidados de su esposa, hija, yerno, y de la Fundación Alzheimer.
Gloria en lo particular se encarga de bañarlo, cepillarle los dientes, colocarle los pañales, (pues Carlos tiene incontinencia). A él le disgusta que Gloria lo seque después de bañarse; y es el momento más difícil para ella, porque la agrede. “Quizás él sienta algo desagradable en la piel. No lo sé”; comenta quien fuera su novia a lo largo de ocho años antes de casarse.
Otras causas para el desarrollo del Alzheimer, “puede encontrarse, en la baja autoestima o en el manejo inapropiado de los sentimientos, sobre todo en cuanto a pérdidas y apegos se refiere. En el caso de Carlos se presentaron ambas circunstancias: el alcoholismo, y el mal manejo de la pérdida de su hija, que falleció de lupus cuando esta tenía 13 años”, agrega López Robles. “Además en Carlos el riesgo de conducta suicida y violenta se presentó de manera notable a la muerte de Mariana, su hija”, agrega.
Este paciente laboró durante 19 años y seis meses en el Centro de Investigaciones del Politécnico Nacional. Estaba en el área de Matemáticas Educativas hasta el momento en que comenzó a pelearse a golpes con sus compañeros de trabajo.
Inclusive un día sacó una navaja para agredirlos. Fue despedido de su trabajo, pero no fue sino hasta tres meses después de este despido que su esposa lo supo. Carlos salía a trabajar todos los días a la misma hora, pero el dinero comenzó a faltar en su hogar. De hecho, el diagnóstico de Alzheimer le fue detectado en la etapa más productiva de su vida. Su proceso de demencia no fue por una causa hereditaria, sino que comenzó a manifestarse por procesos de duelos y alcoholismo.
En 1996 falleció su padre, en 1997 lo dieron de baja en su trabajo, comenzó a guardar mucho silencio, y a ausentarse socialmente. Consiguió otro trabajo, pero en este reportaban que hacía mal las funciones que le asignaban.
Intentó trabajar en una Delegación haciendo encuestas pero comenzó a perderse. “Una vez se quemó un guisado en la cocina, él estaba al lado de la estufa, sentado en la mesa y no se dio cuenta”. Carlos dejó de medir el peligro. Después ingresó como paciente al Instituto Nacional de Neurología, tenía 42 años; y ha permanecido durante seis años en la Fundación Alzheimer. La madre de Gloria, de 84 años, es quien alimenta a Carlos por las noches. Es su cuidadora.
Para el doctor López Robles, Carlos no vivirá muchos años, pues tiene un alta dependencia, y cuando la autonomías u autocuidado se pierde se incrementa el riesgo de muerte prematura.
“Una demencia como el Alzheimer avanza más rápido en la gente joven. Carlos perdió el lenguaje muy joven. No puede cepillarse los dientes y eso provoca caries, problemas para deglutir podrían llevarlo a una bronco aspiración; problemas de higiene íntima, lo llevarían a infecciones genito-urinarias más frecuentes. En su caso las infecciones óticas son muy frecuentes, además tiene desnutrición pues la enfermedad implica una progresiva deficiencia para la absorción orgánica de los nutrientes”.
Ya no gobierna sus emociones
El doctor López Robles, también estima que, los abusos alcohólicos dañan el tejido cerebral, y puede generar una “silenciosa epidemia de demencia, que perjudica a la larga las facultades mentales de esas personas; deteriora la capacidad para recordar información aprendida, lo cual aminora la sabiduría que una persona va adquiriendo con los años a través de la vida”.
A los 43 años, y después de la muerte de su hija, Carlos cayó en depresión, y nunca más volvió a hablar. Hoy ya no reconoce a nadie, tampoco a Gloria la mujer con la que se casó en 1984. Otros datos apuntan que el riesgo de tener depresión es tres veces mayor en los varones que abusan de alcohol que en los que no abusan. En las mujeres este riesgo es cuatro veces mayor.
La pérdida de apetito, alteraciones del sueño, pérdida de energía e iniciativa, sentimientos de baja autoestima, irritabilidad y ansiedad y baja concentración, son los signos más claros de que una persona con depresión tiene también Alzheimer.
La depresión, o ciertos síntomas depresivos, puede ser el primer indicio de la enfermedad, como ocurrió con Carlos a quien Gloria asegura “haber perdido” desde hace mínimo cinco años. “Extraño al hombre que fue, al hombre que le gustaba bailar todo el día y cada que podíamos”.
Gloria no ha contemplado la posibilidad de tener una nueva pareja. “No mientras Carlos esté vivo”. Gloria y Carlos tiene otra hija que tiene 26 años. Gloria asegura que su hija Karla es la copia fiel de lo que era su padre, escandalosa, bailadora, risueña.
Gloria continúa trabajando como secretaria en la Delegación Magdalena Contreras desde hace 31 años. El trabajo para ella, ha sido no solo una manera de sentirse productiva y útil; sino que a su decir, su trabajo la ayuda a salir de la difícil realidad que debe enfrentar con Carlos, no sólo a nivel emocional sino económica.
Ella pasa por su esposo a las 5 de la tarde. El novio de su hija deja a Carlos todas las mañanas en la Fundación. Carlos no puede viajar en trasporte público, pues no tolera el contacto con los demás, y no mide el peligro. Se atraviesa sin ver, o podría escaparse.
“Cuando me ve me sonríe, de de repente me abraza, y yo siento que quizás— solo quizás— mi Carlangas aún me reconozca… pero lo extraño, hace muchos años que ya no está conmigo, aunque estemos juntos”. Es un estar sin estar.
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