Tengo Alzheimer
“A MI CUIDADOR”
Ha dicho que tengo Alzheimer, yo no sé si es bueno o malo;
pero creo que le preocupa lo que digo y lo que hago.
En el centro de salud, el médico de cabecera
me hace tantas preguntas, como cuando iba a la escuela.
Me lleva a otras consultas: al geriatra, al neurólogo;
ellos me hacen muchas pruebas, y varios test el psicólogo.
Se ha enfadado conmigo, porque quemé las tostadas,
tiré el vaso de la leche y se me manchó la falda.
No sé en que estaba pensando, esto a mí nunca me pasa;
intentaré arreglarlo, y aquí no ha pasado nada.
Pero ya nunca me deja cocinar, planchar, fregar…
y yo me estoy aburriendo y no paro de enredar.
A veces ella tararea canciones de mis recuerdos;
siento muchas emociones, y me vibra todo el cuerpo.
Me suben al autobús, miro por la ventanilla;
veo las calles, las personas, y llego al Centro de Día.
Me reciben sonrientes, esto ahora es mi colegio;
aquí hago muchas cosas, se pasa rápido el tiempo.
Si hablan lo entiendo todo, aunque no sé contestar;
y otras veces las palabras se me escapan sin pensar.
Estamos así todo el día, uno frente a otro sentados;
si alguien nos acercara, nos cogeríamos las manos.
Nos sentimos muy tranquilos, mirándonos todo el rato;
si no está, le echo de menos, creo que me he enamorado.
Ya no voy en autobús, tampoco veo la calle;
estoy siempre en este sitio, donde no conozco a nadie.
Me dejan en esta cama, estoy sola y tengo miedo;
menos mal que en un ratito me vendrán bonitos sueños.
Ahora me toca la ducha, que me lo haga el pelirrojo;
porque me enjuaga el champú sin que se meta en los ojos.
Hoy tiene la cara triste, ¿será que tiene problemas?
o puede que simplemente ayer se quedó sin cena.
Luego me viene la rubia; me gusta ver su coleta,
cómo se mueve a los lados mientras ella me sujeta.
Aunque me cae bien a veces, el moreno sonriente;
me fastidia más que nada cuando me lava los dientes.
Ella me pone la ropa (la de los ojos brillantes);
me siento como un bebé, me apetece que me abrace.
Vísteme con delicadeza, despacito, prenda a prenda;
pues mis articulaciones están un poco maltrechas.
Cuando llega la comida, como bocado a bocado;
masticando despacito, o me lo dan triturado.
Me gusta escuchar la música, se pasan todos mis males;
siento mi cuerpo ligero, y hasta parece que baile.
De nuevo estoy en la cama, me arropan como a una niña;
espero dormirme pronto y no tener pesadillas…
Me mira con el ceño fruncido, debo estar sucio y mojado;
decide qué hacer conmigo, porque a mí, se me ha olvidado.
Y en toda esta singladura, hay alguien que me acompaña;
que me ayuda, que me entiende, y es todo el equipo de AFA.
Luz Rodríguez
Vocal de FEVAFA
Este texto fue galardonado con un premio de ATAM (Asociación Telefónica de Ayuda a Personas con Diversidad Funcional) en un certamen nacional.
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