En 1901, una ama de casa alemana llamada Auguste Deter ingresó al Hospital Psiquiátrico de Frankfurt debido a una serie de síntomas inusuales para su edad.
Su caso se convertiría en el primero documentado de la enfermedad que hoy conocemos como Alzheimer.
A la edad de 51 años, Auguste comenzó a experimentar una pérdida significativa de memoria, acompañada de delirios y episodios de llanto y gritos nocturnos. Su esposo, Karl Deter, incapaz de manejar su deterioro mental, decidió internarla en el hospital especializado en enfermedades mentales y epilepsia de Frankfurt.
En aquella época, las mujeres que presentaban trastornos psicológicos eran frecuentemente malinterpretadas, y el acceso a un tratamiento adecuado era limitado. Esto hacía que los pacientes dependieran casi por completo de su familia o de las instituciones psiquiátricas.
El Encuentro con el Dr. Alois Alzheimer
Los Primeros Síntomas
En el hospital, Auguste fue atendida por el psiquiatra Alois Alzheimer, quien estaba decidido a demostrar que las enfermedades psiquiátricas tenían una base física en el cerebro. Al evaluar a Auguste, Alzheimer observó síntomas como pérdida de comprensión, afasia, desorientación, comportamiento impredecible, paranoia y alucinaciones auditivas.
Reconociendo la singularidad del caso, Alzheimer decidió estudiarla meticulosamente, convirtiéndola en el foco de sus investigaciones.
Documentación del Caso
El Dr. Alzheimer mantuvo un historial médico detallado de Auguste, registrando minuciosamente sus observaciones y las respuestas de la paciente. Por ejemplo, al preguntarle su nombre, ella respondía «Auguste», pero al inquirir sobre el nombre de su esposo, decía «Auguste, creo», mostrando una clara confusión y deterioro cognitivo.
En otra ocasión, al intentar escribir su propio nombre, repetía «me perdí a mí misma«, evidenciando su frustración y desorientación.
Este registro clínico no solo detallaba los síntomas, sino también los cambios en el comportamiento de Auguste a lo largo del tiempo. Estas observaciones permitieron a Alzheimer desarrollar una comprensión más profunda de las enfermedades neurodegenerativas y establecer conexiones entre los síntomas y el daño cerebral.
El Descubrimiento Científico
En 1906, tras la muerte de Auguste, el Dr. Alzheimer examinó su cerebro, encontrando placas amiloides y ovillos neurofibrilares, que hoy en día se consideran los principales marcadores de la enfermedad. Este descubrimiento revolucionó el campo de la neurología y sentó las bases para comprender las enfermedades neurodegenerativas.
El caso de Auguste demostró que los trastornos mentales podían tener causas físicas observables, lo que marcó el inicio de una nueva era en la psiquiatría y neurología. Además, destacó la importancia de la investigación científica rigurosa y de la documentación detallada.
Redescubrimiento del Historial
Décadas después, el profesor Conrad Maurer, entonces director del mismo hospital psiquiátrico, redescubrió el historial perdido de Auguste Deter. Este documento, que permaneció extraviado por más de 70 años, ofreció una visión invaluable del primer caso documentado de la enfermedad que llevaría el nombre de su descubridor.
La historia de Auguste no solo es relevante desde el punto de vista médico, sino también humano. Su lucha personal y la dedicación de quienes la trataron subrayan la necesidad de empatía y comprensión hacia quienes padecen enfermedades neurodegenerativas.
Aún hoy, su legado inspira a investigadores de todo el mundo a seguir avanzando en la búsqueda de un tratamiento eficaz para el Alzheimer y otras condiciones similares.
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