«El no conseguir diagnosticar el Alzheimer a tiempo representa una oportunidad perdida trágica para mejorar la calidad de vida de millones de personas«, explicó la doctora Daisy Acosta, presidenta de ADI. «Solo se añade a un reto de salud mundial enorme, social y físico que esperamos ver en el punto de mira en la United Nations Summit on Non-Communicable Diseases de la semana que viene».
El nuevo informe de ADI revela lo siguiente: Una cifra tan alta como la tercera parte de los 36 millones de personas estimados en el mundo que padecen demencia no se han diagnosticado, y por ello no pueden beneficiarse de tratamiento, información y cuidados. En los países con elevados ingresos, solo entre el 20% y el 50% de los casos de demencia son reconocidos y documentados en servicios de cuidados primarios.
En países con ingresos medios y bajos, esta proporción podría llegar a ser tan baja como del 10%. Los fallos en la diagnosis a menudo producen la falsa creencia de que la demencia es una parte normal de hacerse mayor, y que no se puede hacer nada para detenerla. Por el contrario, el nuevo informe ha
descubierto que las intervenciones pueden servir como diferencia, incluso en las primeras fases de la enfermedad.
Los fármacos e intervenciones psicológicas para las personas con demencia en fase primaria pueden mejorar la cognición, independencia y calidad de vida. El apoyo y asesoramiento para los médicos puede mejorar la conducta, reducir la tensión y retrasar la institucionalización de las personas con demencia.
Los gobiernos, preocupados por el aumento de los costes de los tratamientos a largo plazo relacionados con la demencia, deberían «gastar ahora para ahorrar luego«. Basándose en una revisión de los análisis económicos, el informe estima que la diagnosis inicial podría conseguir un ahorro neto de hasta 10.000 dólares estadounidenses por paciente en países con elevados ingresos.
«El año pasado, el equipo de investigación revisó miles de estudios científicos en los que se detallaba el impacto de la diagnosis primaria y tratamiento, y descubrió que había pruebas que indicaban los beneficios reales para los pacientes y los cuidadores», comentó Marc Wortmann, director ejecutivo de ADI. «La diagnosis primaria puede transformar el diseño y ejecución de los ensayos clínicos para comprobar nuevos tratamientos.
Pero primero necesitamos asegurar que las personas cuentan con acceso a intervenciones eficaces que ya han sido demostradas y están disponibles, lo que supone que los sistemas de salud necesitan estar preparados, formados y capacitados para suministrar diagnosis a tiempo y precisas, comunicarse de forma sensible y con el apoyo adecuado».
Con esa finalidad, ADI recomienda que cada país disponga de una estrategia nacional para la demencia/Alzheimer que promocione la diagnosis primaria e intervención. De forma más específica los gobiernos deben:
- Promocionar la competencia básica entre los médicos y otros profesionales de la salud para la detección primaria de la demencia en los servicios de cuidado primarios.
- Donde sea viable, crear redes de centros de diagnosis especializados para confirmar la diagnosis de demencia en fase primaria y formular planes de cuidados de tratamiento.
- En casos con pocos recursos, aplicar las directrices recientemente desarrolladas por la Organización Mundial de la Salud para la diagnosis y tratamiento inicial por parte de trabajadores de salud no especializados.
- Promocionar la disponibilidad de las intervenciones basadas en las evidencias que sean eficaces para mejorar la función cognitiva, tratar la depresión, mejorar el estado de ánimo de los cuidadores y retrasar la institucionalzación.
- Aumentar las inversiones en ensayos de controles aleatorios especializados de investigación para probar los fármacos antes y en periodos de tiempo más largos, además de probar la eficacia de las intervenciones, con una relevancia concreta para la demencia en fase primaria.