Atender a un enfermo de Alzheimer requiere un enorme sacrificio que no todo el mundo está dispuesto a aceptar
TEXTO Y FOTOS: VENTURA GARCÍA / MELILLA
Requiere más cuidados y atenciones que un recién nacido, pero ya ha superado los 80. Se llama Antonia, padece el mal de Alzheimer y desde hace cuatro años se alimenta a través de una sonda nasogástrica.
Aunque Antonia no pronuncia palabra alguna, su familia sigue hablándole como si ella fuera capaz de comprender lo que se le dice o, al menos, sentir que se la sigue queriendo. De vez en cuando, responde con un tímido beso al cariño de los suyos y ese pequeño gesto es más que suficiente para que quienes la rodean continúen confiando en su fuerza.
Pese al cariño que le brindan todos, la vida de Antonia depende únicamente de su hija, una mujer de 53 años que dedica todo su tiempo a alimentarla, lavarla, cambiarla de postura, darle masajes y medicarla. La tarea que con tanta devoción y entrega realiza cada día esta cuidadora comienza a las ocho de la mañana con el baño de Antonia. Después de colocar bajo su cuerpo los protectores de cama, la enjuaga por partes para evitar que se enfríe, le cambia de ropa, le pone nuevos pañales y masajea su piel con aceite de almendras.
Cuando termina de asearla, una hora después, le suministra un preparado alimenticio de proteínas, vitaminas y minerales que Antonia consume antes de la una de la tarde. Además de esos 500 gramos de Glucerna y de dos vasos de agua, su hija le calienta también una manzanilla antes de conectar de nuevo la sonda a la botella de preparado, a eso de las cinco de la tarde….
Otra de las prioridades en el cuidado de este tipo de enfermos es el cambio de posturas, una tarea que esta cuidadora realiza todos los días cada 120 minutos. Esta tarea se completa con masajes sobre las zonas de apoyo y la colocación de pequeñas almohadas bajo el cuello, la espalda, las piernas y los pies. También es imprescindible renovar los pañales con la misma frecuencia con la que se realizan esos cambios posturales para mantener al dependiente continuamente aseado y evitar que aparezcan las temibles úlceras o escaras.
Y si importantes son todas estas atenciones, no menos lo es la medicación diaria de las personas que ya se encuentran en una fase avanzada de la enfermedad. Una pastilla para facilitar las deposiciones, otra para proteger la flora intestinal, píldoras para la circulación, comprimidos para evitar la bronquitis, para aliviar el dolor…. Cualquier prevención es poca cuando se trata de personas con tan escasas defensas y sin posibilidad de exteriorizar sus síntomas.
Pero, ¿quién cuida a los cuidadores? Todos los expertos coinciden en destacar que quienes asumen la responsabilidad de atender a estos enfermos sufren en su propia piel, y mucho más en su ánimo, las consecuencias de tan exclusiva dedicación. El reconocimiento de esta labor, por parte de las familias y la sociedad, así como el reparto de las cargas resulta fundamental para proteger a personas como la hija de Antonia. 26.12.07 SUR.ES
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Mi suegra esta en esta situación. Tuvimos que recurrir a la institucionalización a través de la ley de la dependencia ya que por otros motivos familiares nos era imposible darle esa atención de 24 horas 365 dias al año. Trabajo ybirn a diario con este tipo de enfermos y creo que debería haber una red social fuerte y bien montada que diera un apoyo y un respiro a estos cuidadores que se merecen un monumento y tienen el cielo ganado. Mucho animo, vuestro corazón es tan grande que no puede pasar inadvertido.