Por supuesto… los doctores se niegan a quitar los medicamentos y el respirador, pues si el corazón deja de latir, ya no les serviría para trasplantarlo. Su “cosecha de corazones”, que significa muchos miles de dólares en sus bolsillos, se vería frustrada.
¿Deben acceder los papás a la presión de los doctores para que “en un acto de generosidad extrema” otorguen el permiso de sacarle el corazón a Santi, sin tener la certeza absoluta de que está muerto, totalmente muerto?
Benedicto XVI, nuestro gran Papa, no ha dejado la menor duda acerca de qué debemos hacer en el caso de Santi y de todos los “pacientes con muerte cerebral”.
El Papa ha pronunciado hace pocos días un discurso acerca de los trasplantes en el que ha retomado todas las palabras de Juan Pablo II, dando continuidad y coherencia a la doctrina del Magisterio, pero ha añadido un párrafo que complementa e ilumina la difícil decisión que deben tomar ahora los papás de Santi y los papás de todos los “Santis” del mundo.
Fuente: Catholic.net
Autor: Lucrecia Rego de Planas
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