El envejecimiento Neuronal se puede prevenir y reducir
Marianne, de 52 años de edad, una agente de bienes raíces de Hamilton, Nueva Jersey, recientemente agregó el videojuego «La Academia del Gran Cerebro» a su régimen para mantener en plena forma el cerebro. Entre mejor calificación obtenga en los juegos entrenadores de cerebro, más grande será su cerebro ficticio.
Desde que la mamá de Mariane murió de las complicaciones de Alzheimer en 2003, ella ha estado tratando de cuidarse de la mejor manera que puede, resolviendo crucigramas, sudokus, comiendo frutas y verduras y todo un nuevo género de ejercicios de alta tecnología con la meta de reducir la velocidad de pérdida cognitiva. Estos juegos en particular no hacen tales afirmaciones. Sin embargo, el jugarlos de manera regular ciertamente no dolerá, dice Mariane. «Quiero hacer todas las pequeñas cosas que puedan proteger mi cerebro».
Si la calificación en su Nintendo no es evidencia sólida, la ciencia sugiere cada vez más que los esfuerzos de Mariane pudieran ser redituables. Tan sólo en los últimos meses varios grupos de investigadores han añadido respaldo al consenso creciente de que mucho puede hacerse para reducir el declive relacionado con la edad en la memoria, en la velocidad mental y en la capacidad de tomar decisiones que afectan a la mayoría de la gente. Entrenamiento mental
El pasado noviembre, un equipo de la Clínica Mayo y de la Universidad del Sur de California anunció que un programa de entrenamiento mental basado en la computadora pareció mejorar la actuación cognitiva de la gente hasta por 10 años. El mismo mes, un investigador de Harvard encontró que el uso a largo plazo de suplementos de beta-caroteno retardó la baja cognitiva hasta por año y medio.
Un nuevo libro apenas salido a la venta el mes pasado expone evidencia de que «el ejercicio es lo mejor que se puede hacer para el cerebro», dice el autor John Ratey, profesor clínico asociado de siquiatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard. El libro se llama «Spark: The Revolutionary New Science of Exercise and the Brain» (Despertad: La Revolucionaria Nueva Ciencia del Ejercicio y el Cerebro).
«Algunos de los mitos acerca del cerebro —de que no era cambiable, de que no había nada que hacer acerca del declive cognitivo— han sido descartados en los últimos 10 años», dice Lynda Anderson, directora del programa «Envejecimiento Saludable de los Centros Federales de Control y Prevención de Enfermedades«, cuya audaz meta es mantener o mejorar la actuación cognitiva de todos los adultos.
El retorno potencial sobre la inversión es enorme. El Alzheimer ahora aflige a 4.5 millones de personas tan sólo en Estados Unidos —el doble de la cantidad de afectados en 1980— y se espera que llegue a 16 millones para el año 2050. «Las estadísticas muestran que si podemos posponer el inicio del Alzheimer por 5 años, la cantidad de personas con la enfermedad sería reducida a la mitad», dice Yaakov Stern, neurocientífico cognitivo de la Universidad de Columbia.
¿A qué nos enfrentamos? Los cambios físicos inevitables empiezan en la adultez temprana. Sin embargo, se marcan especialmente a la edad aproximada de 60 años. Gradualmente, el cerebro se encoge, perdiendo entre 0.5 y 1 por ciento del volumen cada año después de rebasar esa edad.
Los cerebros con Alzheimer se encojen al doble de esa velocidad. Los efectos son mayores en la cortezafrontal, el asiento de la función ejecutiva (la cual incluye a la memoria en funciones, responsable de recordar un número telefónico mientras usted lo está marcando, y la selección de palabras, planes, enfoques y comportamientos, y algunas veces en el hipocampo, involucrado en la memoria).
Las dendritas y los axones de las células cerebrales —los delgadísimos filamentos que transmiten los impulsos eléctricos— se enjutan. La materia blanca del cerebro, la cual contiene fibras nerviosas que transmiten señales de una región del cerebro a otra, empieza a degradarse a la edad de 50 años. Resultado: cada vez se hace más difícil recordar lo que quería comprar en una tienda cuando ya llegó a ella, de procesar y responder a la información y dar razonamiento a un problema. Entre los 70 y 80 años, la función ejecutiva empieza a fallar.
No todas las destrezas mentales sufren de igual manera. Por ejemplo, el vocabulario tiende a permanecer, al igual que las destrezas practicadas por mucho tiempo, como el tocar un piano. Se pudiera hasta mejorar en algunas cosas: en pruebas con expertos en la solución de crucigramas, los mejores tenían entre 60 y 70 años. Potencial
Entre más aprenden los científicos acerca del declive del cerebro, más intrigados quedan acerca de que también les funciona el cerebro de cualquier manera. Aun con personas con más de 85 años de edad y mayores, únicamente el 18.2 por ciento vive en asilos.
«En el pasado, mucho de la investigación estaba enfocado a la enfermedad y al declive», dice Gene Cohen, director del Centro de Envejecimiento, Salud y Humanidades de la Universidad George Washington. «Ahora estamos observando el concepto del potencial y cómo la gente más madura muy a menudo continúa viviendo bien y desarrollándose frente a las enfermedades más serias».
Estudios recientes tanto en animales como en humanos han encontrado que varios factores van muy de la mano con la mejor actuación mental, incluyendo la educación, el éxito profesional, intelectual y social y las actividades físicas. Un estudio de 2003 en el New England Journal of Medicine, por ejemplo, encontró que la gente con más de 75 años de edad que baila, lee o practica con juegos de mesa o toca instrumentos musicales, también tiene un ritmo menor de demencia.
Mucho del trabajo se ha enfocado en encontrar maneras de proteger a la gente en contra del Alzheimer. En los ratones, una vacuna en contra de esa enfermedad pareció funcionar; sin embargo, se observó que era tóxica para los humanos y fue suspendida.
Los suplementos de beta-caroteno pudieran postergar el declive cognitivo si se toman por muchos años. Sin embargo, lo pospone únicamente por un año y medio. La educación parece reducir las probabilidades de padecer Alzheimer; sin embargo, algunos nominados para un Premio Nobel lo han padecido.
Los medicamentos que reducen el colesterol parecieron ofrecer una promesa en evitar el Alzheimer, pero un estudio de 12 años publicado en enero mostró que éstos no tenían efecto. Por ahora, los expertos consideran que el mejor tratamiento es tomar el tipo de soluciones que Mariane está tomando para postergar el declive cognitivo normal. Alzheimer: últimas noticias
A pesar de que vive temiéndolo, la mayoría de la gente no lo desarrolla.
«Existe de un 10 a un 15 por ciento de probabilidades de desarrollar Alzheimer si usted lleva una vida normal», dice Norman Relkin, profesor asociado de neurología clínica y de neurociencia en el Hospital Presbiteriano de Nueva York. La prevalencia en gente que tiene más de 90 años es de 1 de cada 2.
Relkin sospecha que el cuerpo tiene sus propias defensas naturales —y hace varios años él y sus colegas se propusieron encontrarlas.
Buscaron las señales de anticuerpos que tienen como blanco al betamiloide, un fragmento de proteína que se aglutina en placas del cerebro en los pacientes de Alzheimer, para bloquear los conductos de señales y eventualmente taladrar y matar las células. A base de comparar sangre de pacientes con Alzheimer con la sangre de ancianos sanos, el equipo descubrió que los pacientes ciertamente tenían niveles menores de lo normal de anticuerpos particulares. Los investigadores administraron el anticuerpo, ya presente en una terapia usada para tratar la inmunodeficiencia a un grupo de personas con Alzheimer en 2004.
Unos cuantos meses después fueron sorprendidos por las mejoras en la función cognitiva de los pacientes. Las calificaciones mentales fueron aumentadas con la cantidad que era equivalente para que regresara a la enfermedad un año y medio, dice Relkin. El pasado junio descubrió que los anticuerpos estaban ignorando a las moléculas amiloides solas y metiéndose únicamente para destruir los agrupamientos tóxicos. Relkin tiene la esperanza de iniciar pruebas más grandes en pacientes este año después de que la FDA revise su propuesta.
Otros investigadores andan buscando medicamentos que tangan como blanco las enzimas involucradas en el agrupamiento de proteínas betamiloides. Se están haciendo también avances en el frente del diagnóstico. Hasta recientemente, los doctores no estaban capacitados para decir con seguridad si alguien tenía Alzheimer hasta que se llevaba a cabo la autopsia.
Sin embargo, entre más se acerca la ciencia para encontrar defensas contra el Alzheimer, más importante se hace la detección temprana. El Instituto Nacional del Envejecimiento auspicia un estudio de 800 ancianos cognitivamente sanos y otros con Alzheimer tenue para descubrir las señales de alerta.
Las técnicas promisorias incluyen los MRI usados para mostrar la reducción anormal del cerebro; los escaneados PET para detectar las placas de amiloides en el cerebro, o detectar los patrones de puntos de glucosa asociada con el Alzheimer. O las muestras de la espina dorsal para observar concentraciones anormales de ciertas proteínas en el fluido cerebroespinal durante las etapas iniciales del Alzheimer.
Por supuesto, hasta que los científicos encuentren un tratamiento, el diagnóstico temprano pudiera ser más perturbador que iluminador. «El empuje para obtener un diagnóstico temprano», dice Yaakov Stern, de la Universidad de Columbia, está vinculado con la idea de que tendremos algo que hacer en contra de la enfermedad cuando lo encuentren. (US News & World Report)
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