Una simple prueba centrada en el sentido del olfato podría ayudar en el diagnóstico precoz de la enfermedad de Alzheimer, según un estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York que se publica en la revista ‘Journal of Neuroscience’.
El trabajo vincula una pérdida de la función olfativa en la enfermedad de Alzheimer en modelos animales con la acumulación de la proteína amiloide b en el cerebro, una característica distintiva de la enfermedad de Alzheimer. La investigación sugiere que la disfunción olfativa, un síntoma común del Alzheimer, podría servir como una herramienta de diagnóstico precoz de la enfermedad.
Se cree que la formación de placas amiloides y de ovillos neurofibrilares contribuyen a la degradación de las neuronas en el cerebro y los síntomas posteriores de Alzheimer. Los científicos utilizaron ratones modificados genéticamente que desarrollan placas amiloides en el cerebro y reflejan una patología progresiva de la enfermedad similar a la humana.
Los científicos descubrieron que la patología amiloide se produce primero en una región del cerebro del ratón responsable del olfato, que está directamente sobre su nariz. Los ratones con una alta concentración de amiloide en su cerebro tenían que olfatear olores más tiempo para ‘aprenderlos’ que los ratones con menos amiloides. Estos animales también tenían problemas para diferenciar entre olores.
«Perder esta función se asocia a la acumulación de una proteina»
Como el estudio sugiere, ya que los síntomas de conducta del Alzheimer a menudo se producen pronto es posible que este nuevo método olfativo, el examen de la percepción olfativa a lo largo de múltiples presentaciones del mismo olor, podría ser ventajoso para la detección precoz del Alzheimer, antes de que se produjera la degeneración avanzada del cerebro.
Según explica Daniel W. Wesson, coautor del trabajo, «lo que destacó en nuestro estudio fue que la actuación del ratón en nuestra prueba de conducta olfativa era sensible incluso a la menor cantidad de amiloide en el cerebro tan pronto como los tres meses de edad». En los ratones, esta edad equivale a la de un adulto joven.
Wesson añade que este es un descubrimiento revelador porque a diferencia de un escáner cerebral, una prueba olfativa de laboratorio podría ser una alternativa barata para diagnosticar de forma precoz el Alzheimer.
«Estos nuevos resultados proporcionan un doble beneficio no sólo por confirmar que los problemas olfativos podrían servir como un indicador inicial del Alzheimer sino porque su validación en humanos podría facilitar las pruebas de nuevas terapias para la enfermedad«, concluye Ralph A. Nixon, coautor del trabajo.
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