La proteína amiloide beta, el principal constituyente de las placas descubiertas en el cerebro de los pacientes de Alzheimer, podría formar parte del sistema del organismo de primera línea para defenderse de la infección y no ser un subproducto metabólico como se pensaba hasta el momento, según un estudio del Hospital General de Massachusetts en Estados Unidos que se publica en la revista ‘PLoS One’.
Los investigadores han descubierto evidencias en su estudio que sugieren que la proteína amiloide beta (A-beta) es un péptido antimicrobiano. Estas pequeñas proteínas son parte del sistema inmune innato, que proporciona una defensa general frente a una amplia variedad de patógenos.
Según explica Rudolph Tanzi, coautor del estudio, «durante años pensamos que A-beta era sólo un resto metabólico producido como un subproducto por otros procesos del cerebro, pero estos datos sugieren que es un componente normal del sistema inmune innato del cerebro».
Tanzi añade que parece que los factores que desencadenan hiperactividad en el sistema inmune innato, no sólo infección sino también lesiones cerebrales traumáticas e ictus, que se sabe que aumentan el riesgo de Alzheimer, podrían causar una acumulación excesiva de A-beta.
Los investigadores decidieron investigar la conexión entre A-beta y los péptidos antimicrobianos tras descubrir varias similitudes físicas, químicas y biológicas entre ambos, en concreto con entre A-beta y una proteína humana llamada LL-37.
Los científicos evaluaron versiones sintéticas de dos formas de A-beta, A-beta 40 y 42, junto con LL-37, frente a un grupo de importantes patógenos y descubrieron que A-beta inhibía el crecimiento de 8 de los 15 organismos evaluados.
Los resultados mostraron que frente a siete de los organismos afectados, que incluían el hongo ‘Candida albicans’ y formas de las bacterias ‘Listeria’, ‘Staphylococcus’ y ‘Streptococcus’, A-beta era tan fuerte o más fuerte que LL-37. En el caso de 6 de ellos, A-beta 42 era más potente que A-beta 40.
Los científicos evaluaron la capacidad del tejido cerebral de pacientes de Alzheimer y de controles emparejados según edad para suprimir el crecimiento de la Candida en cultivo. Dado que las placas amiloides se encuentran sobre todo en el lóbulo temporal del cerebro, la mayor actividad antimicrobiana se registró en muestras de estos tejidos de los pacientes pero no en los controles. Cuando se utilizaron anticuerpos contra A-beta se suprimió esta actividad.
Un trabajo de Juan Zarza
Otro experimento mostró que el crecimiento de la Candida no se suprimió en tejidos del cerebelo, un área donde los niveles de A-beta son bajos, ni en los pacientes ni en los controles.
Los investigadores sugieren que la activación crónica del sistema inmune innato en respuesta a una infección persistente o transitoria del sistema nervioso central podría conducir a un exceso de producción y acumulación de A-beta. Los factores de riesgo del Alzheimer ya conocidos, como ictus, lesión cerebral y exposición a ciertos anestésicos, podrían también desencadenar el sistema inmune innato y un aumento de la producción de A-beta, conduciendo a una repuesta inflamatoria excesiva y grave en el cerebro.
A pesar de que se han descubierto mutaciones genéticas raras que causan el Alzheimer heredado y que inducen la producción de altos niveles de A-beta 42, los investigadores han descubierto varios genes candidatos que están implicados en el sistema inmune innato.
Los científicos estudian ahora la hipótesis de un conjunto de factores genéticos que podrían influir en el riesgo de Alzheimer al mediar en la producción de A-beta en el sistema inmune innato del cerebro.
MADRID, 3 Mar. (EUROPA PRESS
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