En el biobanco de Fleni intentan develar los secretos moleculares de enfermedades neurodegenerativas.
Por Nora Bär | 16 AGO 2010
«En la época de Broca surgió la patología como ciencia y comenzaron a recolectarse cerebros –cuenta Gustavo Sevlever, director de docencia e investigación–. En Rusia, cuando murió Lenin [en 1924], llamaron a dos neuropatólogos alemanes muy prominentes, los Vogt, que eran marido y mujer, y empezaron a estudiar cerebros para encontrar la esencia del socialismo. Ellos cortaron el cerebro de Lenin en fetas, en lo que fue el primer intento de descubrir a través de una autopsia algo vinculado con una capacidad especial. Otro ejemplo es el de Thomas Harvey, que cortó el cerebro de Einstein en 240 trozos que repartió entre otros tantos investigadores para descubrir el secreto de la genialidad.»
«Los bancos nos permiten estudiar decenas de cerebros, analizarlos en el nivel celular, genético y molecular, y correlacionar nuestras observaciones con manifestaciones clínicas», agrega.
«Se calcula que entre el 10 y el 30% de los pacientes a los que se les atribuye enfermedad de Alzheimer en realidad padecen de otra patología«, destaca Sevlever.
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