Arquitectura y Alzheimer, Domótica, … suena hasta raro y parece que tanto futuro nos lleva a perder nuestra propia esencia, lo manual, aquello por lo que muchos luchan por conservar .. pero para «ellos», para nuestros mayores, puede ser muy beneficioso. Grifos que se abren y cierran solos al detectar las manos, una iluminación siempre correcta, aspectos en los que la seguridad juega un papel importante ¿Suena interesante, verdad? Hoy os traemos un nuevo artículo de N&G y esperamos que os agrade.
Iluminación y domótica, claves en el diseño del centro
Diversos estudios han puesto de manifiesto la medida en que el diseño arquitectónico de los centros de Alzheimer puede contribuir a mejorar la calidad de vida de los pacientes. Sobre todo porque, según los expertos, el ambiente físico puede minimizar algunos efectos negativos propios de esta demencia. El periódico N&G ha hablado con dos arquitectos especializados en la construcción de este tipo de espacios para conocer cuáles son las principales características que deben cumplir para atender a un colectivo cada vez más numeroso.
El diseño arquitectónico de los centros de
Alzheimer puede contribuir a mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Distribución
En general, las unidades deben de estar ordenadas en módulos independientes de pocos enfermos para que “se pueden sentir como en su casa”, según explica Manuel del Río, doctor en Arquitectura y uno de los principales ponentes del I Congreso sobre Arquitectura y Alzheimer que organizó CLECE el pasado mes de junio. A estos espacios, hay que añadir otras áreas específicas como, por ejemplo, comedores y baños geriátricos, aunque su disposición siempre se realizará en función de las distintas normativas ambientales o de seguridad. En cualquier caso, se trata de buscar zonas hogareñas y a alejadas de las características de un hospital. Alfredo Leceta, arquitecto de Arnaiz Consultores, aconseja, además, que el centro asistencial debe disponer de un centro de día para asistir “a pacientes que se encuentren en un estado primigenio de la enfermedad”.
Iluminación
La luz natural resulta esencial para que los enfermos perciban la diferencia entre el día y la noche. Cuando se use la artificial, según Del Río, debe ser “
suave como la del amanecer” aunque ésta variará según los horarios y las actividades. Así, habrá que emplear una luz fuerte durante las terapias para compensar la pérdida visual y en las áreas de trabajo de los cuidadores, luz con una intensidad adecuada a su actividad. Leceta recuerda que el enfermo de
Alzheimer es “
muy sensible” a todo lo que le rodea y, por tanto, “
una correcta iluminación, tanto natural como artificial, conseguirá transmitir sensaciones de relajación y tranquilidad al paciente”.
Inversión
En el presupuesto total para la construcción del centro intervienen distintos factores como, por ejemplo, el número de pacientes o la necesidad de fragmentar el edificio en unidades independientes. Según el arquitecto de Arnaiz, se puede establecer un ratio general en función del metro cuadrado construido en torno a 1.300 euros por metro cuadrado. En esta partida se incluiría la construcción del edificio y las instalaciones del mismo, junto con la urbanización y la jardinería de los espacios exteriores. Quedarían fuera de ella, los salarios de los trabajadores o los materiales de asistencia médica.
Domótica
En opinión de Del Río, “la inversión en domótica es fundamental como logro actual y como ayuda de futuro para que esta industria avance”. Sin embargo, dadas las características de los pacientes que residen en este tipo de centros, estas soluciones exigen un exhaustivo control de funcionamiento por parte de los responsables del cuidado de los usuarios. “Las cámaras de vigilancia, así como los controles de acceso y salida del recinto y de los espacios reservados se convierten en elementos de vital importancia”, apunta Leceta a este respecto.
Equilibrio
Con el fin de garantizar la calidad de vida de los pacientes de Alzheimer, los responsables deben encontrar un equilibrio óptimo entre el número de enfermos y los trabajadores que les asisten. Según argumenta Del Río, los módulos en terapia por cuidado tienen que ser inferiores a nueve usuarios, mientras que en residencia, cada espacio de estas características debería albergar a menos de 25. Un punto de vista que también comparte Leceta: “podemos afirmar que la solución ideal pasa por poder fragmentar la capacidad total del centro en varias unidades de unos pocos pacientes”.
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