La polémica de las sujeciones
Víctor M. López Una de las principales polémicas que existen en torno a los cuidados en residencias de un enfermo de Alzheimer, se encuentra relacionada con el uso de sujeciones físicas o farmacológicas.
Lo primero que llama la atención cuando se aborda la cuestión de las sujeciones físicas o farmacológicas radica en el número de lugares en los que se recurre a esta técnica sin causa justificada. Según Antonio Burgueño, director del Programa Desatar al Anciano y al Enfermo de Alzheimer, que promueve CEOMA, la prevalencia en España de sujeciones supera el 40%, una cifra “exagerada” si la comparamos con otros países.
Una de las principales polémicas que existen en torno a los cuidados en residencias de un enfermo de Alzheimer, se encuentra relacionada con el uso de sujecciones físicas o farmacológicas |
A día de hoy, todavía no se ha consensuado una posición clara sobre el empleo de esta técnica. Algunos expertos aseguran que no se debe acudir a ella, en ningún caso, porque supone una vulneración de derechos. Otros, sin embargo, reconocen que es aconsejable cuando el enfermo puede poner en peligro su vida o la de los demás.
Entonces, ¿existe algún término medio? Blanca Clavijo, presidenta de la Asociación Nacional del Alzheimer, AFALcontigo, explica que la sujeción “siempre requiere autorización del facultativo y del consentimiento informado de la persona o de su representante legal, en el caso de que la primera no pueda prestarlo”. Sin embargo, este requisito “puede saltarse” si existe un grave riesgo para el enfermo o para terceros. En cualquier caso, resulta fundamental recordar que esta medida “produce consecuencias fisiológicas –sequedad bucal, moratones e incontinencia– y psíquicas –sobre todo, depresión y ansiedad ”–. En definitiva, “las sujeciones estarán indicadas sólo en los casos en los que se consiga con ellas proteger a la persona de un mal mayor y siempre que no quede otro remedio”, subraya Clavijo.
Pese a que muchas voces denuncian que las residencias más pequeñas son las que más recurren a las sujeciones, lo cierto es que se producen independiente del tamaño del centro. Según la presidenta de la Asociación Nacional del Alzheimer, AFALcontigo, depende del ideario, del código ético del geriátrico y de las buenas prácticas. La dificultad reside, no obstante, en detectar la sujeciones que también se emplean en los servicios de ayuda a domicilio, un trabajo que no resulta sencillo.
Si en una residencia, una persona descubre que su familiar ha sido sometido a sujeciones sin autorización, debe, en primer lugar, hablar con los responsables del centro para conocer los motivos que han llevado a los mismos a emplear esta táctica. En caso de que con ello no encuentre solución, tiene la posibilidad de denunciar el caso ante el juzgado de guardia competente, ante la Fiscalía, o ante la policía.
No existe una regla general, tal y como apunta Clavijo, sobre la persona en la que recaería esta responsabilidad. “Dependerá de cada caso, de si hubo o no consentimiento, de la situación jurídica del enfermo o de la dirección médica. A veces, incluso, puede haber una responsabilidad negligente del trabajador que sabía que hacía mal y, a pesar de ello, queda en silencio”. Con el fin de evitar este tipo de situaciones, se recomienda que el centro cuente con un protocolo de actuación y se actúe con toda la información que se ha recapitulado del equipo técnico, que se encuentra en contacto con el enfermo.
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