La biotecnología española ha conseguido llamar la atención de la comunidad científica internacional, principalmente en el campo de salud, donde se concentra la mayoría de los proyectos de investigación. Sin embargo, el tejido industrial del país está formado por pequeñas compañías sin músculo financiero suficiente para lograr que sus descubrimientos salten de la probeta del laboratorio al mercado.

Ayer abrió sus puertas BioSpain 2010, una cita bianual que se ha convertido en el referente del sector biotecnológico en España y en el que se dan cita más de 600 compañías de todo el mundo con un objetivo común: conseguir un socio o un inversor. “España está en el mapa mundial de la biotecnología”, apuntó José María Fernández-Sousa, presidente de la patronal Asebio y de Grupo Zeltia. Si, hace una década, la fuga de investigadores se debía a una falta de proyectos de investigación, el éxodo se debe ahora a la ausencia de inversión privada.

El incremento de la actividad investigadora se ha traducido en los últimos años en un aumento paulatino en el número de patentes, que empiezan a acumularse en los cajones de los centros de I+D ante la falta de recursos con las que sacarlas adelante.

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Csic), el Centro Internacional de Medicina Avanzada (Cima) y Pharmamar (filial de Grupo Zeltia) son los tres mayores generadores de patentes biotecnológicas en España, de los que sólo la compañía presidida por José María Fernández-Sousa ha logrado rentabilizar sus inversiones, gracias al medicamento Yondelis.

BioSpain se ha convertido no sólo en una cita para encontrar socios, sino también en un escaparate de fórmulas más o menos ingeniosas para encontrar financiación. El Cima, a través de Digna Biotech, ha optado por crear un spin-off con socios dispuestos a invertir en el desarrollo y posterior lanzamiento de un medicamento.

Sin embargo, y pese a tener el respaldo financiero de Amancio Ortega, El Corte Inglés, BBVA, El Pozo y varias cajas de ahorros (que en conjunto aportan 15 millones de euros anuales), todavía cuenta con numerosas patentes a la espera de un inversor, incluida una de las investigaciones más prometedoras del mundo para la cura del Alzhéimer.

Otras compañías, como Zeltia, prefieren acudir al parqué, y mientras las firmas más pequeñas se asoman al mercado alternativo bursátil (MAB). AB-Biotics ha sido una de las primeras empresas en acudir al MAB, lo que le ha permitido, entre otras cosas, captar fondos para desarrollar un alimento funcional capaz de reducir el colesterol hasta un 14%, que mañana presentará en BioSpain. Ignasi Costas, socio del bufete RCD, explica que las compañías que acuden al MAB están captando entre 2 y 10 millones de euros. Desde Advancell, unas de las firmas expositoras del congreso y que busca socios a los que licenciar alguno de sus descubrimientos, explican que, aunque “hay inversores españoles, todavía siguen viéndolo como un sector de mucho riesgo”. En España, sólo existen tres firmas de capital riesgo dispuestas a apostar por este mercado. La otra alternativa son los vehículos de inversión pública: el Gobierno de Navarra ha anunciado la creación de un fondo de cerca de 500 millones de euros.

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