«Esta posición es cada vez más habitual y nosotros tratamos de arreglarla de la mejor manera posible. A veces, simplemente, es cuestión de que la familia planifique su tiempo en función de las necesidades del mayor». «En otros casos –prosigue la especialista– la situación es más compleja. Las familias que se niegan a atender a sus mayores son pocas, pero sí es más común que tengan dificultades para hacerlo. Los problemas que hacen que la familia claudique son económicos o tener a otro familiar enfermo a su cargo. Aquí se intenta pactar la mejor solución. A veces se alarga la estancia un poco para evitar un mal mayor, pero siempre con el objetivo de lograr la vuelta a casa en las mejores condiciones», explica Gutiérrez. Éste no es un ejemplo aislado.
Para Isidoro Ruipérez Cantera, jefe del servicio de Geriatría del Hospital Central de la Cruz Roja de Madrid, «esta realidad va en aumento. La solución pasa por adaptar los hospitales a una población cada vez más envejecida. Igual que hay una planta de Pediatría, la debería haber de Geriatría».
No todos los ancianos pueden acceder a una residencia. ¿Qué hacer entonces? «Con la llegada de la Ley de Dependencia las cosas han ido a peor. Antes podíamos calcular el tiempo de espera. Ahora las soluciones se eternizan».
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