La vacuna de Araclon “es una vacuna terapéutica activa, es decir, que no previene la enfermedad pero sí la frena e impide que progrese”, explica De la Huerta. El mecanismo de acción, señala, “se basa en la inoculación subcutánea de un antígeno que produce una respuesta en el sistema inmunológico para eliminar el exceso de beta amiloide que producen las personas con Alzheimer”.
“Nuestro fin es: lo que está, dejarlo como esta, pero evitando que se forme más, algo para lo que será fundamental el diagnóstico precoz, porque –comenta– cuanto antes se identifique la enfermedad, menos avanzará gracias a la vacuna”.
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