Suerte de Alzheimer 05 Octubre 2010 (Daniel Díaz)
Él me indicó un número de una calle cualquiera:
– Es una residencia de ancianos – añadió.
Durante el trayecto ella comenzó a discutir con él asuntos prácticos acerca de la que supuse sería madre de ambos y por lo tanto hermanos, adultos los dos (rondaban la cincuentena).
– Ni te imaginas la que he tenido que liar en el trabajo para que me dejaran salir antes – dijo ella.
– Mamá está pachucha, mujer. Ya verás lo contenta que se pone cuando nos vea.
– Eso si nos reconoce. Cada vez anda peor de la cabeza – suspiró ella.
– Tiene 87 años y Alzheimer. ¿Qué esperas?
– Si la cuidaran como Dios manda no andaría con esa dichosa tos. Espero que no haya cogido una bronquitis.
– La tratan bien, descuida.
– Eso espero. Con la pasta que nos cuesta…
– ¿Otra vez con el tema del dinero? – dijo él algo más serio.
– Estoy ahogada, Javier. Ya no puedo hacer más horas extra. Entre la residencia de mamá, el piso, comida y el colegio de Carlos…
– Todos nos estamos sacrificando.
– Todos, no. María es la única de los cuatro que todavía no ha puesto un duro para lo de mamá.
– María está en el paro.
– María lleva dos años en el paro, Javier. María lo que tiene es una cara que se la pisa. Si yo fuera ella haría lo que sea por encontrar un trabajo. Y si hay que limpiar escaleras para contribuir en lo de mamá, ¡se limpian!
– Hemos llegado. Párenos aquí, señor. ¿Qué le debo?
– 5,4o€ – dije yo parando el taxímetro.
Me pagó el importe exacto, se bajaron del taxi y caminaron hasta la puerta de entrada a la residencia.
………………………………………………………………………………………………………
Nota: ¿Y quién piensa en esa anciana que de súbito se ve apartada y aparcada sin reverso, y sabe ya que aquella será la última de todas sus etapas? Llamadme cruel, pero suerte de Alzheimer el suyo. Comentarios
Descubre más desde Alzheimer Universal
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.