Niños, mujeres embarazadas y determinados trabajadores, los más vulnerables
Este metal puede provocar déficit intelectual y trastornos de la audición
Contaminados por plomo
Las aceitunas le jugaron una mala pasada a un trabajador del Hospital Clínico de Madrid. No se atragantó con ellas, no sufrió una indigestión y tampoco estaban en mal estado, pero este aperitivo era el responsable de los altos niveles de plomo que presentaba en sangre (38,2 microgramos por decilitro, cuando a partir de 4,5 microgramos ya se han detectado efectos nocivos para la salud).
Los utensilios de barro son fuente de plomo.
El problema no eran las aceitunas en concreto, sino la antigua vasija de barro en la que se preparaban, ya que al añadir el vinagre ésta liberaba plomo a los alimentos. Una de sus compañeras también presentaba altas concentraciones de este metal dañino para la salud por su afición a comer truchas escabechadas en vinagre, también preparadas en una fuente de barro.
Estos casos corroboran que cocinar en barro es un factor de riesgo de exposición al plomo, tal y como recoge un estudio de la Sociedad Española de Bioquímica Clínica y Patología Molecular (SEQC). Pero hay más. Habitar en casas deterioradas y viejas -que conservan restos de plomo en las tuberías generales- o dedicarse a determinadas profesiones como instructor de tiro -si trabaja con municiones de plomo-, restaurador de mueble, artistas o trabajadores que utilizan cerámica y pinturas… aumentan el riesgo de contaminarse por este metal.
Aunque las concentraciones de plomo y cadmio en sangre de la población española han descendido en los últimos años, es necesario controlar estos contaminantes en el ambiente porque sus efectos tóxicos se producen cada vez con niveles más bajos de exposición a los mismos, según el estudio de la SEQC.
Estas consecuencias negativas van desde el déficit intelectual y de atención hasta trastornos de audición, del lenguaje o un comportamiento antisocial en los niños. En los adultos, los efectos adversos tienen más que ver con problemas cardiovasculares y con un deterioro de la función cognitiva.
En cuanto a los grupos más vulnerables, la doctora Montserrat González Estecha, miembro de la SEQC, señala a ELMUNDO.es que los más vulnerables son «los niños, los ancianos y las mujeres embarazadas y quienes están en situaciones de mayor riesgo como es la menopausia, la osteoporosis o la exposición al humo del tabaco».
De hecho, las mujeres posmenopáusicas presentaron en su investigación concentraciones de plomo en sangre superiores a 2 microgramos por decilitro con cuatro veces más frecuencia que las no menopáusicas. «Esto se debe a que el plomo se acumula y se deposita en los huesos y, durante la menopausia, que afecta al esqueleto, no puede excretarse del organismo. Este riesgo es de especial interés, ya que las enfermedades cardiovasculares que se han asociado a esta concentración de plomo son más prevalentes en este grupo», indica la experta, que recomienda «dar suplementos de calcio a estas mujeres y llevar una dieta equilibrada».
Control ambiental
La doctora González indica que «es de vital importancia el control ambiental de estos contaminantes, así como la monitorización de estos tóxicos en la población, porque sigue siendo un problema de salud pública» y destaca que «conocer la situación de la población española es esencial así como ir eliminando las fuentes de exposición que todavía quedan».
El trabajo, en el que participaron los hospitales Clínico San Carlos de Madrid, el de Getafe, el Hospital Santa María de Rosell de Cartagena, la Universidad de Santiago de Compostela, la Consejería de Sanidad y Consumo de Cartagena y la Universidad Politécnica de Cartagena, recoge que las vías de exposición al plomo más importantes son la inhalación y la ingestión.
Por inhalación, desde la retirada del tetraetilo de plomo de la gasolina, que en España se produjo en agosto de 2001, la principal vía de exposición es a través de las partículas de polvo que hay en las viviendas antiguas que tienen pintura en mal estado anterior a 1991.
Asimismo, los especialistas señalan que los millones de toneladas de plomo que se lanzaron al aire por el uso de gasolina con plomo han contaminado los suelos de las áreas urbanas. Por ejemplo, «los niños que gatean por el suelo pueden estar exponiéndose al plomo, más teniendo en cuenta que ante la misma exposición, los pequeños absorben el 50% del tóxico mientras que los adultos sólo el 10%», dice González.
Por vía oral, las fuentes de exposición al plomo son el agua contaminada procedente de tuberías con plomo -cuyo uso se abandonó en España en la década de los 80-, los recipientes y utensilios de cocina recubiertos de esmaltes plomados, la pintura rascada de las paredes y los juguetes que contienen plomo.
«Lo bueno es que una vez confirmada la fuente, si se retira la exposición disminuyen rápidamente los niveles de plomo en sangre», concluye la autora.
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