Fármacos: un poco de orden en un gigantesco puzzle

Alzheimer y los ensayos cínicos: Un poco de orden en un gigantesco puzzle

Jacques Selmès
Secretario de la FAE.
Dr. Adolfo Toledano Gasca
Patrono FAE.
Investigador Científico Instituto Cajal, CSIC

Es muy frecuente que cuando se habla de la Enfermedad de Alzheimer (EA) surja la pregunta “¿Y…, que hace la investigación?”. Pregunta que se formula con un deje de irritación, como si te dijeran “¡Con la de tiempo que hace que se necesitan nuevos medicamentos y la investigación no hace nada para remediar nuestros problemas¡”

En gran medida, la impaciencia y el enfado están justificados por los anuncios que, con marcada insistencia, aparecen en nuestros medios de comunicación contándonos descubrimientos transcendentales que sus autores consideran “el” avance crucial para solucionar definitivamente el Alzheimer.
Efectivamente todos los días hay avances, unos días con pasos cortos, otros con largos,… pero no se vislumbra el final con nitidez. Se puede comparar la investigación actual sobre la EA como un gigantesco puzle de 10.000 piezas del que, por ahora, solo conocemos la posición exacta de unas 1.000. El gran problema es que no sabemos todavía cuál será la imagen final que nos mostrará el puzle completo: ¿un elefante?, ¿un cuadro impresionista?, ¿la torre Eiffel?.
Los investigadores son, a veces, como los padres, orgullosos de sus hijos. Muchos sucumben al síndrome de SPOC (Síndrome de los Padres Demasiado Orgullosos de la Criatura) y sobrevaloran los resultados de su investigación. Otras veces, intereses extraños al valor intrínseco de los resultados (generalmente relacionados con la necesidad de financiación de un proyecto de investigación o el prestigio de las Instituciones, o bien intereses económicos de laboratorios o patrocinadores), hace que se publiciten en medios no científicos trabajos que solo en el ámbito científico se pueden valorar en su justa medida.
También es de reseñar el hecho de que la “información sobre medicina y salud” de los diarios y revistas no científicas está compuesta por prestigiosos profesionales del periodismo que saben bien como atraer la atención del lector, pero que, al ser desconocedores de los pormenores de los diferentes campos de la biomedicina, interpretan de forma inadecuada la información científica de alto nivel.
Saber lo que ocurre en realidad y contestar a la pregunta que iniciaba nuestro comentario, no es tarea nada fácil porque se trata de un tema demasiado complejo que va desde el hallazgo casual en una investigación sistemática sobre un asunto puntual o desde la idea original sobre una posible actuación terapéutica, al desembarco de un nuevo medicamento en las farmacias de todo el mundo siguiendo una intrincada y superregulada vía de análisis y comprobaciones tanto en la fase preclínica o experimental como en la fase clínica en humanos (Ensayos Clínicos FaseI, II, y III; ver Anexo I).
Por otra parte hay que tener en cuenta que tanto los ensayos clínicos autorizados como los medicamentos que en su caso se aprueban tras la superación de los mismos, no se hace de manera genérica: tienen una “indicación” concreta, es decir, en nuestro caso no se ensayan sustancias beneficiosas para el cerebro, para la demencia o para el Alzheimer en general, sino que se van superando pruebas de eficacia de determinadas dosis de substancias para enfermos con diagnóstico muy preciso (p.ej: X mg/día vía oral, durante M meses en enfermos de Alzheimer leve, moderado o grave).
En este comentario nos ceñiremos a aquello que está más cerca de poder ser empleado ya por los pacientes, es decir, a los “fármacos” que pueden, en breve plazo, llegar a ser “medicamentos” tras obtener el pasaporte para que oficialmente lo sean (en nuestro caso a través de la Agencia Europea del Medicamento o la Agencia Española del Medicamento). También se hará especial mención de la participación de España en las investigaciones clínicas con estos nuevos productos.
En este comentario se ha utilizado esencialmente la información proporcionada por el “US National Institute of Health”, Agencia Norteamericana que, entre otras muchas informaciones oficiales, publica un informe sobre los Ensayos Clínicos autorizados a nivel mundial (“Clinical Trials”), es decir, investigaciones clínicas que confirmen o no los beneficios teóricos asignados a un nuevo medicamento que, debidamente controlados por las Agencias Mundiales darán, o no, el visto bueno a la comercialización.

Llamamos la atención sobre los hechos siguientes:

1-. Existen numerosos ensayos clínicos en fase II y III en el mundo pero poca presencia de fármacos innovadores.
2-. El estado de la investigación clínica en España no es satisfactorio. Sólo dos moléculas “españolas” se investigan clínicamente en el mundo, aunque el número de ensayos clínicos con fármacos de laboratorios multinacionales llevados a cabo en hospitales españoles y con participación de clínicos españoles nos coloca en la 5ª posición de los países europeos en este capitulo.
3-. Dentro de los estudios clínicos fase II y III, apenas un 10% están dedicados a terapias no farmacológicas, señal inequívoca de la presión de la industria farmacéutica.
4-. La mayoría de los abordajes terapéuticos innovadores se centran en el control de la producción y deposito de amiloide (incluidas aquí las terapias inmunológicas y las reguladoras de la  y  secretasa) y el mantenimiento de la actividad colinérgica (directamente con agonistas colinérgicos o indirectamente controlando otros niveles de transmisores – serotonina – reguladores de la acetilcolina). Sustancias innovadoras como un regulador de la fosforilización de la proteína TAU (patente española) o antineuroinflamatorios, están menos representados pero sus expectativas son muy grandes.
5-. Dejando aparte el bloqueo de las terapias inmunológicas (vacunas) inicialmente ensayadas, en los últimos meses se han detenido los Ensayos Clínicos en fase III de varios productos a causa de las graves efectos secundarios observados:
Dibmebon (Pfizer), inhibidor de acetilcolinesterasa con otros posibles efectos neurotróficos.
Rosiglitazona (Avantia, de Sanofi / Aventis), en co-administración con anticolinesterásicos. Este medicamento es un caso especial. Se comercializó para tratar la diabetes tipo II y se observó que tenia beneficios en los enfermos de Alzheimer. En España se llevaron a cabo dos ensayos clínicos (ya detenidos), pero Avantia ha sido retirado del mercado por propiciar accidentes cardiovasculares y no se espera que se utilice en el Alzheimer.
6-. Muchos de los avances del conocimiento sobre los mecanismos biológicos implicados en la génesis y desarrollo de la Enfermedad de Alzheimer permiten entreveer el desarrollo de nuevas terapias eficaces… pero luego son muy pocas substancias (en algunos campos, ninguna) las que encuentran una aplicación clínica.
7-. Desde que una posibilidad terapéutica se esboza y se confirma, hasta que se comprueba su eficacia en humanos siguiendo los rigurosos Ensayos Clínicos, pasan muchos años de tensa espera. Acortar las etapas de los ensayos tendría un grave inconveniente: no detectar los efectos secundarios graves inherentes a la nueva terapia que no están teóricamente previstos aunque la experiencia nos enseña que se presentan en mas del 97% de los casos (recuérdese que no llegan a medicamento el 97% de los fármacos ensayados).
8-. En el estado actual de la investigación clínica, nada justifica el optimismo desmesurado de algunos. Por el momento, ni un tratamiento curativo, ni un tratamiento preventivo, está a la vuelta de la esquina. La Organización Mundial de la Salud (OMS), más realista, no prevé un tratamiento eficaz para la enfermedad de Alzheimer antes de 10 años.
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