Los tratamientos presintomáticos podrían resultar clave para retrasar o detener la principal causa de demencia
Gary Stix
Anticiparse al Alzheimer (1era parte)
En su obra maestra magicorrealista «Cien años de soledad«, Gabriel García Márquez transporta al lector a la mítica aldea de Macondo situada en el centro de la jungla. En una de las escenas más memorables, los habitantes de la aldea padecen una enfermedad que les hace perder todos los recuerdos. La enfermedad borra «el nombre y la noción de las cosas y, por último, la identidad de las personas». Los síntomas persisten hasta que aparece un gitano errante con una bebida «de un color agradable» que les devuelve la salud.
En el siglo XXI se da un caso parecido al de los ciudadanos de Macondo: unos cientos de habitantes de Medellín y otras regiones cercanas dedicadas al cultivo del café contribuyen al descubrimiento de una versión, en la vida real, del brebaje del gitano. Medellín y su entorno albergan el mayor número de individuos en el mundo con una forma hereditaria de la enfermedad de Alzheimer. Los miembros de 25 familias extensas, que suman unas 5000 personas, cuando son portadores de una versión aberrante de un determinado gen, padecen una forma de la enfermedad de Alzheimer de inicio precoz, que se manifiesta antes de alcanzar la edad de 50 años.
La enfermedad de Alzheimer de inicio precoz es transmitida por un único progenitor como un rasgo genético dominante. Representa menos del 1% (1 por ciento) de los 27 millones de casos de Alzheimer documentados en todo el mundo en 2006, pero sus lesiones cerebrales peculiares parecen ser idénticas a las que se observan en la forma más común, de inicio tardío, en la que los síntomas no aparecen hasta después de los 65 años.
La posibilidad de predecir el transtorno en las familias de Medellín ha atraido la atención de un grupo de científicos y compañias farmacéuticas que están considerando una nueva estrategia de investigación: se estudiará el efecto de los medicamentos en los pacientes antes de que se manifiesten los primeros indicios de demencia.
En los últimos años, los diversos fármacos examinados para tratar la forma suave o moderada de la enfermedad de Alzheimer han fracasado. Los científicos se han convencido así de que la patología (acumulaciones de proteinas aberrantes y desaparición de células o circuitos cerebrales) comienza mucho antes de que se evidencia la pérdida de memoria.
Ello se ha confirmado con las nuevas técnicas, que permiten identificar la enfermedad años antes de los primeros síntomas. De lo que se deduce que un tratamiento eficaz debe empezar durante los primeros años del lento proceso patológico, aunque la memoria del paciente permanezca inalterada.
En consecuencia, gran parte de los esfuerzos dedicados a la investigación del Alzheimer se está reorientando para tratar de detener la enfermedad antes de que aparezcan los síntomas. No se estudian sólo los medicamentos, sino también la adopción de estilos de vida que resulten más seguros y menos costosos que recetar un medicamento durante 10 o 20 años.
Un inicio precoz
Las familias colombianas con la enfermedad de Alzheimer se sitúan en la vanguardia de los estudios de prevención. Francisco Lopera, el neurólogo que hace 28 años descubrió esas familias -según demostró mas tarde, portadoras de la mutación paisa (por el apodo que reciben los habitantes de la región) –, ha empezado a contactar con cientos de miembros todavia sanos de las familias. Desea saber si aceptarían participar en un ensayo clínico con medicamentos que podrían eliminar o detener la acumulación de los péptidos beta-amiloides, los fragmentos proteicos tóxicos que deterioran las células cerebrales en las primeras etapas del proceso. En las palabras de Lopera, «la contribución de esas familias arrojaría mucha luz sobre el tratamiento y la prevención de la enfermedad de Alzheimer, tanto si es de inicio precoz como tardío».
El estudio planeado, que se iniciará el próximo año, forma parte de un proyecto más amplio, la «Iniciativa para la Prevención de la Enfermedad de Alzheimer» (IPA). Los miembros de las familias portadoras de la mutación y con una edad en torno a los 40 años comenzarán a recibir una terapia antiamiloide (en forma de medicamento o de vacuna) que ya ha superado las pruebas de seguridad en pacientes diagnosticados con Alzheimer.
Ya hay conversaciones en marcha para enviar un ciclotrón (un pequeño acelerador de partículas), que será compartido por un grupo de hospitales de Medellín; así podrán fabricar los trazadores radioactivos necesarios en los estudios de imágenes que permitirán determinar si el medicamento impide la acumlación de amiloide.
Detener el avance
El estudio evaluará si un tratamiento administrado siete años antes del promedio de edad en que se diagnostica la enfermedad pude demorar o detener el silencioso e inexorable avance de la misma en miembros de las familias que portan el gen. Además de analizar determinadas terapias, los diseñadores de los ensayos clínicos colombianos también tratan de ver si el análisis de los biomarcadores específicos del Alzheimer permite demostrar la eficacia de un tratamiento. (Un biomarcador es un indicador que se puede medir -como la concentración de una proteína- y que varía en función del avance o regresión de una enfermedad.)
Un conjunto de biomarcadores fiables permitiría a quienes investigan con fármacos y a los médicos valorar el éxito de un tratamiento con relativa prontitud; podrían medir así los cambios experimentados por esas moléculas de referencia, en lugar de tener que esperar a evaluar los síntomas. La IPA pretende llevar a cabo un conjunto similar de ensayos clíniicos con un grupo radicado en los Estados Unidos e integrado por portadores de dos copias de la variante APOE4 del gen. Esa variante incrementa la proclividad a la enfermedad de Alzheimer, aunque no es seguro que los portadores la contraigan.
(Continuará en breve)
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