La Mutación Paisa de Yarumal, clave
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Ilustraciones de Jaime Pérez
Ante unas preguntas elementales, como el nombre del lugar en el que nos encontramos, o el día y hora, Francisco Lopera, director del grupo Biogénesis de la Unidad de Neurociencias de la Universidad de Antioquia, nos enfrenta a uno de los miedos más aterradores y que califica acertadamente como el mal del siglo XXI: la pérdida de la memoria.
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Hace años leíamos de manera muy entretenida Cien años de soledad, libro en el que García Márquez ilustraba en forma premonitoria y casi científicamente perfecta la temible enfermedad del Alzheimer. Decía el Nobel: «(…) la india les explicó que lo más temible de la enfermedad del insomnio no era la imposibilidad de dormir, pues el cuerpo no sentía cansancio alguno, sino su inexorable evolución hacia una manifestación más crítica: el olvido. Quería decir que cuando el enfermo se acostumbraba a su estado de vigilia, empezaban a borrarse de su memoria los recuerdos de la infancia, luego el nombre y la noción de las cosas, y por último la identidad de las personas y aun la conciencia del propio ser, hasta hundirse en una especie de idiotez sin pasado» (1). ¿Qué le llamó la atención del tema de la memoria? |
A pesar de ese pequeño número de enfermos de Alzheimer genético, ¿en qué punto está la investigación a escala mundial?
Muchos de los grandes avances que ha habido en la enfermedad de Alzheimer se han logrado gracias a que el estudio de estas familias dio la posibilidad de encontrar el gen de la proteína precursora de amiloide, que está en el cromosoma 21. Lo que pasa es que los científicos se dieron cuenta de que no era el único gen del que se podía estudiar la enfermedad. Después apareció el cromosoma 14 (su aparente desciframiento), que efectivamente es muy importante, pero sólo explica como el 40% de los Alzheimer genéticos. Ahora se encontraron más pistas en el cromosoma 1, que explican otra pequeña parte de la enfermedad, pero se sabe que hay otras familias en el mundo con Alzheimer hereditario que no tienen nada en el cromosoma 14, ni en el 21, ni en el 19 o en el 1, esto es, que todavía hay otros genes por descubrir, por lo cual la comunidad científica internacional está realizando ingentes esfuerzos para resolver esta enfermedad. Así las cosas, podemos decir que el Alzheimer es una enfermedad degenerativa que conduce irremediablemente a la muerte porque destruye el cerebro y puede producirse por alteraciones en varios genes. De este modo, entra en un capítulo de la genética compleja, pues varios genes pueden generar, cada uno por su lado, enfermedades de Alzheimer. Debe haber muchos otros factores que interactúan en la producción de esa enfermedad, con manifestaciones diferentes, que no se han descubierto aún. ¿En qué va la indagación de esos factores? Todavía no se han encontrado esos factores modificadores pero estamos tras su búsqueda, porque si los dominamos y controlamos, podríamos lograr que la enfermedad no empezara a los 30, sino a los 62. Y ofrecer 30 años de vida es casi como una curación de la enfermedad, porque la gente cuenta con que a los 40 años deja de ser productivo, además de que muchas personas mueren antes de llegar a los 65 años por otras razones. Y en cuanto a la búsqueda de la vacuna, ¿qué errores se han cometido? Inglaterra y Estados Unidos empezaron un proyecto para crear una vacuna a partir de la experimentación con 360 pacientes que tenían Alzheimer, pero hubo que suspenderlo a finales del año pasado porque doce pacientes desarrollaron encefalitis. Ahora la investigación está centrada en averiguar por qué los otros pacientes no lo hicieron, y cuando se encuentre la respuesta probablemente se vuelva a reactivar la posibilidad de la vacuna. Si soy portadora y tengo un hijo, ¿es posible saber si él lo es? Claro, mediante una muestra de sangre. Y si lo es, las probabilidades de desarrollarlo son de un 100% si vive lo suficiente. La enfermedad es dependiente de la edad. Se hereda el carácter anómalo, y lleva la mutación, pero es un portador asintomático hasta que llega a los 45 años aproximadamente y empieza a perder la memoria. Es como si se activara la mutación, y no sabemos la razón; ¿por qué se demora para comenzar a hacer estragos? ¿Cuándo empieza a hacer daño? ¿Cuánto hace que está depositando ß-amiloide en el cerebro para que ahora produzca síntomas? Esas son preguntas que aún no tienen respuesta. Cuando se habla de la modificación genética, de la clonación, ¿cuáles son las intenciones de la comunidad médica en cuanto a la prevención de la enfermedad? En algunos países hay una tendencia a hacer un diagnóstico prenatal, que se practica en el caso de mujeres u hombres que pertenecen a una familia con Alzheimer hereditario y quieren tener hijos, pero que no nazcan afectados. Existe la posibilidad de que no nazcan niños afectados, que consiste en una fecundación de laboratorio in vitro. Se hace una fecundación de varios óvulos en tubos de ensayo y estudiando su desarrollo en el laboratorio se examina si se heredó o no la mutación. Evaluando una célula de los embriones fecundados se puede verificar si la heredó o no, y el que no tiene la mutación se implanta en el útero a la madre y así ella puede tener hijos con la certeza de que no van a heredar la mutación. En algunos países se hace este procedimiento porque existe lo que se llama el aborto terapéutico y eso sería una especie de técnica de inseminación artificial seleccionada. Digamos que la tecnología ya resolvió el problema de si se pueden tener hijos o no con enfermedades. El asunto es ya de tipo ético, es decir, con qué moral, con qué autoridad o con qué ética yo puedo escoger quiénes van a vivir y quiénes no. Hay otros que dicen que el problema ético no es de la ciencia, sino del padre y la madre que van a tomar la decisión. Hoy en día existe ese tipo de solución, pero es posible que más adelante se pueda impedir que esa anomalía genética se exprese en el cuerpo, que se pueda frenar ese proceso de producción de ß-amiloide. Se trata de buscar una manera de inhibir el mecanismo a través del cual se activa la enfermedad y se produce el fenómeno patológico. |
¿Cuál es su posición al respecto?
Soy partidario de buscar soluciones para inhibir el proceso en algún momento de la cadena y no en el inicio de la vida, que sería como jugar a ser Dios; aunque es técnicamente posible, yo creo que uno en realidad no tiene ese derecho, sino simplemente debe dejar que la vida transcurra, como es lo natural. Es muy posible que la ciencia no se demore mucho tiempo en controlar algunos de esos problemas que hacen que se produzca la degeneración neuronal. ¿Qué actitud se asume en Colombia frente al asunto? Nosotros no hacemos ningún tipo de recomendación ética, no les decimos que no tengan hijos. Simplemente les explicamos cómo vemos la enfermedad, qué problema hay en su grupo familiar, pero ellos son los que toman la decisión de si quieren o no tener hijos, pero no hay una recomendación médica expresa. De hecho hay algunos que han decidido por su propia cuenta no tener hijos porque les parece horrible criar un hijo con esta enfermedad, pero la mayoría en realidad sigue viviendo como ha vivido siempre, es decir, ellos consideran muy natural que en su familia el 50% de las personas pierdan la memoria y sufran la enfermedad y el otro 50% no; como decía una mujer una vez:
Hay algo muy curioso en la implicación sociológica de estas familias antioqueñas, y es que la relación de la enfermedad con la medicina es menos frecuente que la búsqueda de una causa en la maldición o el destino… |
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