Tom Valenta sabía que su esposa, Marie, padecía Alzheimer, pues le fue diagnosticado un año antes de que le practicaran el PET/PIB. Pero quedó impresionado por la manera como el estudio mostraba la extensión de la enfermedad. Las áreas cubiertas por la betaamiloide, coloreadas en amarillos y naranjas brillantes, parecían ocupar la mayor parte del cerebro.“Mi principal esperanza, y creo que es realista, es que [los estudios PET] formen parte de la solución que impedirá que mis tres hijos padezcan Alzheimer”, dice. Está muy entusiasmado con el estudio porque este puede detectar el aumento de la betaamiloide antes de que haya un cambio en el comportamiento o pérdida de memoria. “Con suerte, en el futuro mis hijos y otros que conocen su historia familiar podrán ir a una clínica a realizarse este estudio —dice— y si hay alguna señal de Alzheimer podrán obtener un medicamento preventivo”. Sin embargo, a pesar de que puede ser muy exacto, un estudio de este tipo es costoso, y a los pacientes se les inyecta una sustancia radiactiva. Lo que realmente se necesita es una prueba de sangre. Falta mucho para esto, pero hace 50 años nadie hubiera pensado que se podría diagnosticar el colesterol alto con una gota de sangre. Lo cierto es que los trabajos ya se han iniciado.
Hay un gen que es muy común en la gente que desarrolla Alzheimer después de los 65 años, pero ese gen lo tiene una cuarta parte de la población. Entonces, ¿por qué algunos tienen la enfermedad y otros no?Una teoría es que las personas que van a padecer Alzheimer generalmente poseen los mismos factores de riesgo que las personas con enfermedades cardiovasculares. Y esto nos lleva a un importante descubrimiento australiano: miles de personas pueden prevenir el Alzheimer con sólo cuidar su presión arterial. “A menudo, las placas se observan encima o cerca de una microhemorragia cerebral, y uno de los principales factores de riesgo de una microhemorragia es la hipertensión”, dice Michael Valenzuela, investigador de neurociencia regenerativa de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia. “La hipertensión en la mediana edad está ligada a tener un riesgo dos veces y medio mayor de padecer demencia 20 años más tarde. Si podemos reducir el índice de presión arterial, podremos bajar el índice de demencia”, agrega.Una vez que se padece la enfermedad, la presión arterial juega un papel insignificante; de hecho, la gente con Alzheimer tiende a tener la presión arterial baja. Pero a partir de los 40 años, vale la pena controlar la presión mediante dieta, ejercicio y, si es necesario, medicamentos.
Si las pruebas resultan exitosas, significará una vacuna contra el Alzheimer. Sin embargo, los esfuerzos por desarrollar vacunas se han visto empañados por un efecto secundario: la inflamación cerebral. Dice Michael Woodward, jefe de la Unidad de Cuidados a los Adultos Mayores del centro Austin Health en Melbourne:
2 – Cuida tu dieta: reducí tu consumo de grasas saturadas, tomá vitaminas y comé alimentos ricos en antioxidantes.
Otras formas comunes de demencia son la demencia vascular, causa-da por problemas con la circulación de la sangre al cerebro; la demencia con cuerpos de Lewy, causada por estructuras anormales dentro de las neuronas, y la degeneración lobular frontotemporal, que implica la degeneración de uno o ambos lóbulos frontales o temporales del cerebro.
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