«A UNA RESIDENCIA, NO, GRACIAS»
Josep Aracil Xarrie. Presidente de EUROSENIOR
Aquella idea, valida sólo hace poco años, de «cuando sea mayor, me lleváis a una residencia» se ha convertido en «sobretodo, cuando sea mayor, no me llevéis a una residencia». Recuerdo haber presenciado una escena en una residencia, en la que una usuaria decía a su familia «sacadme de aquí, esto es una casa de criminales, matan a las personas». Posiblemente esta persona sufría alguna demencia, que le permitía ser más atrevida, manifestando lo que otros no se aventuraban a decir. Hay que tener en cuenta, que en estos momentos, donde hay más personas dementes (alzheimer, demencia senil, etc) es en las residencias geriátricas, donde se pueden ver a personas atadas gritando, caminando sin parar de un lado al otro , y muchas otras escenas que hacen recordar los manicomios. Cuando una residencia es mayor, es posible separar los residentes de acuerdo con su estado mental, lo que no se puede hacer en otras más pequeñas, que a pesar de tener cuidado de no aceptar a personas dementes, algunos de sus usuarios se vuelven, obligando a tener que compartir su habitación con personas que no lo son.
El actual modelo de residencias geriátricas, llamado hotelero por su característica de largos corredores con habitaciones a cada lado, ocupadas por una o más personas, supone el aparcamiento masivo de personas, que hay que mantener limpias y aseadas, lo que obliga a fijar unas normativas disciplinarias que acaban limitando la autonomía personal. Es bastante habitual encontrar personas, que inicialmente tenían la capacidad de cuidar de sus propias necesidades personales y que con el tiempo va disminuyendo, posiblemente por el envejecimiento, pero sobre todo por la laminación, lenta pero progresiva, de su autoestima .
La percepción de largos corredores y de normativas disciplinarias, provoca que muchos de los usuarios de residencias, las califiquen de prisiones, con el añadido de cuando disponen de equipamientos de lujo, estas prisiones se llaman de oro. Se ha observado que las residencias que más favorecen la autoestima, son las situadas en lugares céntricos de núcleos urbanos, al contrarrestar sus aspectos negativos, con los positivos de poder convivir en la calle con personas conocidas. Si aceptamos que una persona se ella y sus circunstancias, las personas más optimistas, son las más preparadas para sobrevivir en una residencia, luchando contra unas circunstancias negativas que atentan contra la dignidad humana. Por todo ello «en una residencia, no, gracias»
Presidente de Eurosenior
Abril de 2010
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