Ante esta enfermedad hay que fluir con la corriente y ser flexible como un junco y no guardar el sentido del humor en un cajón. Sólo así evitaremos los familiares rompernos en una lucha que tenemos perdida.
Ana Romaz / Actualizado 21 octubre 2011
Ayer, dando un paseo con Mamá, me encontré con una amiga a la que hacía tiempo que no veía. Tras una corta conversación quedamos en llamarnos por la noche. Cuando recibí su llamada me preguntó si todo iba bien con mi madre, le había extrañado encontrarla muy ausente, puesto que la conoce desde hace años y siempre han tenido una relación muy afectuosa. Entonces la puse al día de la situación que estamos viviendo con mis padres, enfermos los dos de Alzheimer. Y llegó la sorpresa: ¡Hija, ya somos dos pasando por lo mismo!.
Yo no tenía idea de que sus padres estuvieran también con E.A., así que, como es normal, empezamos a hablar de cómo lo iban llevando las familias respectivas, de cómo nos afectaba a ella y a mí en particular, de los malos momentos pasados desde el diagnóstico…y de los buenos también.
Llegó un punto en la conversación en que empezamos a intercambiar anécdotas, esos pequeños momentos con su chispa de humor que se van acumulando con el paso de los días. Yo le hablé de mi padre, empeñado en que vivimos en otra ciudad y en lo cambiado que lo encuentra todo cuando salimos a caminar, y en la obsesión que tiene con que le cogemos el coche, y le conté del peligro público que supone mi madre cuando coge un carrito del supermercado y no tiene la mínima piedad con los tobillos ajenos yendo a tumba abierta por los pasillos.
Nos reímos… en el fondo son situaciones divertidas, si olvidas el porqué se producen. Ella me contó de la larga, muy larga, lista de asistentas que han pasado por la casa de sus padres en los últimos meses. Al parecer su padre, que está convencido de ser un joven galán, piropea y requiebra a toda fémina que se pone por delante, lo que tiende a espantar a las señoras que van contratando.
Lo mejor del caso fue el día que se encontraron con una compañera de trabajo de mi amiga. Esa señora es monja y llevaba el hábito de su orden. El padre de mi amiga la piropeó a conciencia, para acabar diciéndole:
– Señorita, ¡es una pena que le gusten los colores tan oscuros! ¡Póngase ropa mas corta y de colores! Estará usted aún mas guapa… Y su madre se enfada con las personas que tiene en casa porque dice que se lo comen todo y dejan la nevera “triste”. En el intercambio de anécdotas fuimos recordando no sólo las de nuestros padres respectivos, sino las que te van contando personas conocidas o compañeros del Grupo de Apoyo.
Por ejemplo, la señora educadìsima que nunca había dicho un taco y a medida que progresaba su Alzheimer iba enriqueciendo su lenguaje con toda clase de palabrotas y barbaridades, con el lógico asombro de su familia. “Es peor que un carretero”- me decía en cierta ocasión su hija.
O la madre cariñosa que la emprende contra su hija, con la que siempre se había llevado de maravilla, acusándola de querer envenenarla. Y cuando la hija, queriendo convencerla de que se comiera algo, prueba primero una comida, la respuesta de la madre es “no soy tonta, tu no te envenenas porque eres mala”.
En el fondo, por encima del dolor que pueden producirnos estas situaciones a los que las estamos viviendo, no deja de ser una muestra de cómo la Enfermedad de Alzheimer produce muy distintos efectos y reacciones en los enfermos. En Medicina se dice que no hay dos pacientes iguales y eso se hace especialmente palpable cuando hablas de E.A. Así que tratar con uno de estos enfermos nos obliga a ir modificando y adaptando nuestra conducta continuamente, al ritmo que nos marca la progresión de la enfermedad.
El Alzheimer no se lleva nada bien con los patrones rígidos de comportamiento, es màs ùtil y menos frustrante saber adaptarse a los cambios que inevitablemente se producen. Con una frase muy gràfica yo dirìa que ante esta enfermedad hay que fluir con la corriente y ser flexible como un junco. Sòlo asì evitaremos los familiares rompernos en una lucha que tenemos perdida.
Extraído de: Hechos de hoy
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