Los taxistas de Londres estàn haciendo por la neurociencia màs que muchos premios Nobel. Hace una dècada se descubriò que los màs experimentados tenìan la parte del cerebro dedicada a la memoria espacial màs desarrollada que sus pasajeros. Años despuès se tomaron imàgenes por resonancia magnètica del cerebro de algunos que mostraron como se activaba lo que se podrìa llamar un sistema de navegaciòn cuando calculaban una ruta. Ahora se ha comprobado que los cambios en la anatomìa cerebral, que vienen acompañados de alteraciones en la memoria, se consiguen con mucho estudio y ejercicio. El hallazgo va en la lìnea que mantiene todavìa una minorìa de neurocientìficos: los humanos pueden reprogramar su cerebro espoleados por estìmulos externos aùn en la edad adulta.
Londres no se lo pone fàcil a los que quieran ganarse la vida allì como taxistas. La ciudad es enorme pero ademàs exige a los candidatos un duro entrenamiento para conseguir la licencia. Tienen que aprenderse la situaciòn de todas las calles que hay en un radio de unos nueve kilòmetros alrededor de la estaciòn de tren de Charing Cross, el kilòmetro cero del Reino Unido. Son unas 25.000 calles con sus cientos de lugares de interès turìstico o comercial. Durante una serie de pruebas periòdicas han de demostrar que saben el camino màs corto entre dos puntos cualquiera. El entrenamiento puede durar hasta cuatro años y màs de la mitad abandona antes de conseguir la licencia….
Todo este duro trabajo afecta al cerebro. Investigadores del University College de Londres comprobaron en 2000 que los taxistas màs experimentados tenìan la parte posterior del hipocampo (situado en parte interna del lòbulo temporal) màs voluminosa. Aunque aùn no estàn bien definidas las funciones de esta estructura cerebral, entre ellas estarìan las de la memoria espacial y la navegaciòn.
La desorientaciòn tìpica de los enfermos de Alzheimer, por ejemplo, se deberìa a que el hipocampo es una de las primeras vìctimas de la enfermedad. Pero los autores de aquel estudio solo constataron el hecho. Ahora, los mismos que hicieron la primera investigaciòn creen haber encontrado que la causa estarìa en el proceso de aprendizaje de los taxistas.
Como publican en la revista Current Biology, seleccionaron a 79 candidatos a taxistas y a una treintena de personas como grupo de control de su investigaciòn. Antes de que empezaran a aprenderse las calles de Londres, les sometieron a diversos test de memoria a corto y largo plazo, visual, espacial… Tambièn realizaron una resonancia magnètica del cerebro de cada uno y se calculò el volumen de su materia gris. No se detectaron diferencias significativas entre ellos. Entre tres y cuatro años despuès los volvieron a estudiar. Sòlo 39 aprobaron y ya circulaban con su black cab. El resto o no aprobò o no se presentò a las pruebas.
En los nuevos test de memoria, lo primero que comprobaron es que los que habìan aprobado destacaban al describir relaciones espaciales aunque al precio de empeorar su capacidad para la memoria visual a corto plazo. Al escanearles de nuevo el cerebro, vieron que el hipocampo de los aprobados, en particular la zona que se cree relacionada con la memoria espacial, era màs grande y denso. Sin embargo, los suspensos no presentaban alteraciones. Para los investigadores esto prueba que el proceso de aprendizaje provoca cambios anatòmicos y, sugieren, tambièn funcionales en el cerebro.
Pero demostrar la relaciòn entre estìmulo intelectual y fisiologìa y funciòn cerebral no significa que sepan como se desenvuelve tal relaciòn. En estudios de habilidades espaciales con roedores, se ha comprobado que los animales que aprenden mejor tienen màs neuronas despuès del entrenamiento. Es probable que esta neurogènesis se dè tambièn en los taxistas y venga acompañada de un aumento de la comunicaciòn entre las neuronas (sinapsis) y la proliferaciòn de las dendritas (las prolongaciones en forma de ramas de las cèlulas cerebrales) que explicarìan el aumento de materia gris y, por tanto, la mayor eficiencia a la hora de llegar a una direcciòn. El problema es que no se puede diseccionar una cabeza humana asì como asì.
“El cerebro humano sigue teniendo plasticidad, incluso en la vida adulta, permitièndole adaptarse cuando nos enfrentamos a nuevas tareas”, explica la coautora de la investigaciòn Eleanor Maguire. Si ocurre asì con los taxistas nada impide pensar que otras tareas intelectuales tengan efectos similares en los adultos en general. Ademàs de las posibilidades que abre para la investigaciòn clìnica sobre el envejecimiento cerebral, esto darìa muchos puntos a los que defiende que la educaciòn y el ambiente tienen màs peso que la herencia genètica en nuestras habilidades.
Sòlo hay un problema, que los investigadores, con gran una humildad cientìfica, son los primeros en plantear. Los que no aprobaron alegaron variados motivos para no estudiar lo suficiente (falta de tiempo, problemas de dinero o familiares…) y muy pocos reconocieron que la tarea les pareciera imposible de cumplir. Pero nada impide pensar que su fracaso ocultara que hay factores hereditarios que hacen que unos tengan una mayor habilidad para la navegaciòn y la memoria espacial que otros. El aumento del tamaño del hipocampo sòlo se producirìa entonces en los que ya estàn predispuestos genèticamente. Asì que la eterna cuestiòn de si el taxista nace o se hace seguirà sin respuesta.
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