La charla ‘Sonríe aunque no tengas ganas’ entre Elsa Punset y el doctor Ángel Morales, jefe del servicio de Radiología del Hospital Universitario Donostia
El siglo XXI va a ser el del trabajo de las emociones»
¿ Claves para mejorar nuestra salud física y mental?
Venimos de siglos en los que habíamos separado la salud física y la mental. Y el primer cambio es saber que van a la par. El pensamiento y la emoción tienen una incidencia brutal sobre el cuerpo. Esto va a cambiar la forma de cuidarnos. Importa mucho cómo vivimos, qué pensamos y cómo nos comportamos. Afecta a nuestra salud física. –
‘Sonríe aunque no tengas ganas’. ¿Por qué?
Fue un experimento que se hizo. La gente, cuando se siente bien, sonríe. Y los grandes deprimidos tienen cara de tristeza permanente. Lo que los científicos empezaron a ver es que cuando a un gran deprimido le pedían sonreir de forma mecánica, ese cambio incidía sobre el cuerpo. Aún no se sabe por qué. No se conocen aún los mecanismos que rigen el impacto del pensamiento sobre el cuerpo. Lo que sí podemos experimentar todos es cómo el pensamiento positivo y los gestos diarios ayudan a contrarrestar algo muy pesado que es el sesgo negativo del cerebro.
¿El sesgo negativo del cerebro?.
Sí. Está programado para sobrevivir y tiende a ver el entorno como una amenaza. Porque ello nos ayudará a sobrevivir, según piensa nuestro cerebro. Por eso hay tanta facilidad en la población humana para la depresión, la preocupación y el estrés. Se están convirtiendo en la gran enfermedad del siglo XXI. Estamos reconsiderando cómo ayudar a las personas a llevar vidas más sanas. En salud mental se empiezan a ver como algo básico las políticas de prevención. Y se analizan que gestos les pueden ayudar a vivir mejor. Ello forma parte de un cambio muy profundo en los últimos 15 años, en el paso del siglo XX al siglo XXI, cuando nos estamos dando cuenta de todo esto.
Sostiene que aceptar la relación entre cuerpo y mente es algo novedoso para el hombre…
Disculpe, pero ya lo decía Aristóteles. La filosofía, y yo vengo de ese ámbito porque estudié esa carrera, intuía muchos aspectos de los que nos hemos alejado en los últimos dos siglos. En etapas más científicas se empezó a pensar que todo lo que no podíamos medir no existía. Y ese ha sido quizás el defecto en nuestra forma de ver al ser humano sobre todo en el siglo XX, un siglo de supervivencia física de las personas.
Contrariamente a lo que intuían los griegos, que hablaban mucho de la conjunción entre cuerpo y mente, venimos de un siglo XX que ha dado la espalda a esos conocimientos. ¿Y volvemos a ellos?
Sí, porque desde hace 15 años lo podemos medir científicamente. hasta ahora eran solo intuiciones. Ahora, con las técnicas de imagen, entramos en la caja negra del cerebro y empezamos a saber qué nos pasa y a medir las reacciones a nuestros pensamientos. El neurocientífico Richard Davidson trabaja con monjes tibetanos y mide cómo el pensamiento, la forma de gestionar las emociones, tiene un impacto brutal sobre su cuerpo. A partir de estos trabajos nos damos cuenta de que en las escuelas no estamos enseñando a los niños las herramientas básicas que les permitan gestionar las emociones y mejorar su salud mental. Si hace siglos se hablaba de ello como algo recomendable, hoy vemos la necesidad de incorporarlo a nuestra forma de vivir. Trabajo mucho en las escuelas y sé que dentro de 10 a 15 años serán muy diferentes.
¿Qué es lo principal que hemos olvidado de esa relación entre mente y cuerpo?
Una de las cosas más importantes es saber que el pensamiento tiene un impacto físico sobre el cerebro mayor que el de los fármacos. Y estamos aprendiendo a entrenarlo en positivo, porque, si le dejas, la mente tiende a pensar en negativo. Por eso los seres humanos tendemos a ser infelices de forma natural. Se trata de entrenar a las personas a conocerse por dentro. Nos han enseñado cómo trabajar el cuerpo. El siglo XXI va a ser el del trabajo de las emociones. El resultado que se obtiene es impactante. Y también vamos a trabajar para crear entornos donde las personas puedan ser felices. Algo a lo que no hemos hecho ni caso en el último siglo. Todo era progreso, pero muy mejorable. Necesitamos una ciudadanía activa que promueva, construya y sugiera soluciones para vivir en un mundo mejor.
De los últimos estudios sobre las emociones, ¿qué le sorprende?
Durante 10 años, un psicólogo británico, Richard Wiseman, ha investigado sobre la buena y la mala suerte con 400 personas. Y concluyó que tenían buena suerte quienes se fijaban en las oportunidades que les rodeaban y, si no existían, las creaban, cambiaban de entorno.
¿Cómo entrenar al pensamiento humano en positivo?
Conociéndote. No puedes transformar lo que no conoces.
Diario Pais Vasco
Entrevista
8 de Mayo 2012
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