Un escáner cerebral para el alzhéimer
Un medio de contraste para el seguimiento de placas que ha sido aprobado recientemente puede mejorar la capacidad de los médicos para identificar la enfermedad.
A partir del próximo mes, los médicos pueden usar un escáner cerebral para diagnosticar mejor la enfermedad de Alzheimer. La Administración Estadounidense del Medicamento (FDA, por sus siglas en inglés) ha aprobado recientemente un medio de contraste fluorescente que se une a las placas amiloides -una de las características físicas de la enfermedad- y sirve como herramienta de diagnóstico.
Actualmente, los médicos no pueden saber a ciencia cierta si el cerebro de un paciente está plagado de placas amiloides hasta después de su muerte. Sin embargo, ahora pueden usar un medio de contraste débilmente radiactivo para buscar la presencia de placas en un paciente vivo. Este medio se une a las rígidas placas amiloides que se acumulan en los cerebros de los pacientes de alzhèimer, y pueden ser visualizadas en una tomografía por emisión de positrones (PET, por sus siglas en inglés). La FDA aprobó el escáner como método para estimar el contenido de placas presentes en los cerebros de personas que presentan deterioro cognitivo. La presencia o ausencia de placas en un paciente junto a la falta de memoria, confusión u otros signos de problemas neurológicos podría ayudar a los médicos a realizar sus diagnósticos.
Aunque los científicos no saben si las placas son la causa de la enfermedad de Alzheimer, sí creen que están fuertemente correlacionadas con los síntomas de la demencia. Las personas mayores con placas tienen un deterioro mental más rápido que los ancianos que no las tienen. Y a pesar de que los médicos no pueden tratar el alzhèimer, herramientas de diagnóstico como esta para marcar las placas les servirán de ayuda para identificar a aquellos pacientes con la enfermedad, así como a los que no la tengan pero muestren signos de deterioro mental debido a otros problemas.
«Un análisis positivo añadiría más peso a nuestro diagnóstico», afirma Liana Apostolova, especialista en alzhèimer de la Universidad de California en Los Ángeles (Estados Unidos). Apostolova señala que la técnica podría ser útil en el diagnóstico de pacientes con formas inusuales de la enfermedad y en aquellos cuyos síntomas puedan ser causados por otras afecciones, como efectos secundarios de medicamentos o depresión. «Si el deterioro cognitivo del paciente se debe únicamente a la depresión, un análisis de amiloides negativo ayudaría a determinarlo», indica Apostolova.
El nuevo medio de contraste, y otros que se utilizan también para analizar la existencia de placas, se ha utilizado en investigaciones clínicas desde hace años, aunque la compañía farmacéutica Eli Lily, cuya filial Avid Radiopharmaceuticals produce el agente de diagnóstico, es la primera en llevar la técnica al consultorio del médico. A algunos expertos les preocupa que el uso clínico del medio de contraste pueda ser un poco prematuro, ya que la presencia de las placas no es suficiente para confirmar el diagnóstico del alzhèimer. De hecho, los depósitos de amiloides se encuentran a menudo en personas mayores con capacidad mental normal y podrían estar asociados con otros trastornos neurológicos. Por ahora, el contraste de Avid solo está aprobado para ser utilizado para descartar la enfermedad (si no se detectan las placas, el médico puede estar seguro de que el paciente no tiene alzhèimer).
«Pone al médico en un aprieto», señala Ronald Petersen, director del Centro de Investigación de la Enfermedad de Alzheimer en la Clínica Mayo. Si el análisis es negativo, entonces el médico puede decirle a un paciente que las amiloides no están contribuyendo a la enfermedad, pero si la exploración es positiva, ¿qué debe hacer el médico? «Ni la FDA ni la empresa aclaran nada acerca del significado de un análisis positivo», afirma Petersen. «No tenemos datos suficientes».
Petersen y otros están de acuerdo, sin embargo, en que el diagnóstico mediante la detección de placas es algo de importancia crítica para la investigación del alzhéimer. Los medios de contraste permiten a los investigadores determinar qué participantes tienen placas y, por lo tanto, mejorar el diseño de ensayos de medicamentos para atacarlas. Dentro de estos ensayos, se pueden utilizar trazadores para controlar la cantidad de placas que hay en el cerebro de un participante en el curso del tratamiento.
Los trazadores también pueden ayudar a aclarar las causas y los mecanismos del alzhéimer, algo de importancia clave para el tratamiento o la prevención de la enfermedad. Los investigadores pueden estudiar a aquellas personas que tengan placas amiloides y hacer un seguimiento de sus capacidades cognitivas a lo largo del tiempo. Desde un grupo de ancianos cognitivamente normales con un examen positivo, saber quién «desarrolla la enfermedad de Alzheimer y quién no, nos ayudará a explorar la susceptibilidad y la resistencia a la enfermedad, así como a identificar todos los factores de riesgo genéticos y los cambios metabólicos iniciales, para que podamos ocuparnos de estos procesos específicos con medicamentos», indica Apostolova. «Los diagnósticos pueden ser útiles, pero queremos procesos terapéuticos».
Más de cinco millones de personas en Estados Unidos tienen la enfermedad de Alzheimer, y esa cifra se duplicará en los próximos años, según señala el Departamento de Salud y Servicios Humanos del país. Hasta un 30 por ciento de las personas que han cumplido los 70 años de edad tienen placas amiloides en el cerebro, señala Michael Weiner, investigador principal de Iniciativa de Neuroimagen de la Enfermedad de Alzheimer, que pone a prueba técnicas de imagen y de biomarcadores para esta enfermedad que pudieran encontrarse en la sangre o el líquido cefalorraquídeo.
Los nuevos análisis con medio de contraste «van a crear una mayor conciencia pública de la enfermedad, y eso tendrá un gran impacto», afirma Weiner.
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