Me encuentro esperando a Guillermo Nagore de «La memoria es el Camino» en un bar de Lunas, junto a un café au lait, la perra que me acompaña ha conseguido captar la atención de los clientes, en especial a Roberto Montesinos, hijo de emigrantes españoles.
Mientras me explica en un español casi perfecto la historia de sus perros, ha salido en la conversación, la ayuda inestimable de su último can con su mujer, que padeció Alzheimer.
De no haber sido por la alegría, la compañía que le proporcionaba, la tristeza de ambos, cuando tuvo que ingresarla diez días en un centro, quizás no hubiera vuelto a buscarla y haber aguantado hasta el final.
Fue afortunado al poder contar con la ayuda de sus tres hijas, y poder acondicionar una nueva casa de planta baja a 600 metros del pueblo de Lunas.
Esos diez días fueron casi tan duros para él, como el día a día junto a ella.
Pero por lo menos la tenía a su lado.
Una foto de ella le acompaña en el comedor, y sigue hablándole de las cosas que pasan en el pueblo, de sus hijas, sus nietos…
Quizás a estas horas, le esté explicando de una chica con una perra, que acompaña a un periodista que salió de Finisterre y llegará a Jerusalen, luchando por una enfermedad que sufrieron los dos, por una causa tan dura como su caminata: El Alzheimer!
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