Los autores hallaron que la concentración de vitamina C y betacaroteno en el plasma de los pacientes con Alzheimer era muy inferior a la de la sangre de los individuos de control. En cambio, no se observó esa diferencia entre los dos grupos en lo relativo a los otros antioxidantes (vitamina E, licopeno y coenzima Q10). En su análisis estadístico, los investigadores tuvieron en cuenta posibles factores distorsionadores como el IMC, el estado civil, el nivel de estudios, y el consumo de alcohol y tabaco. Se percataron de que en los hallazgos podrían haber influido el modo de almacenaje y preparación de los alimentos y factores estresantes de la vida de los pacientes. “Es necesario realizar estudios longitudinales en los que participen más individuos para poder confirmar el resultado de que la vitamina C y el betacaroteno podrían servir para prevenir la aparición y el desarrollo del Alzheimer”, concluyó Nagel.
Fuente: von Arnim, C.A.F. et al. Dietary Antioxidants and Dementia in a Population-Based Case-Control Study among Older People in South Germany. Journal of Alzheimer’s disease. doi:10.3233/JAD-2012-120634.
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