El Misterio del Alzheimer
Más de 14 millones de personas en el mundo sufren Alzheimer. A pesar de los esfuerzos que han realizado la comunidad médica y la industria farmacéutica por frenar el deterioro de los pacientes o por encontrar una cura, todos los intentos parecen haber sido en vano. Pero, ¿cuánto sabemos realmente de esta devastadora enfermedad?, ¿cuánto de todo lo que conocemos es fidedigno? Este documental presenta por primera vez un completo grupo de estudios realizados en Canadá, Estados Unidos y Europa que arroja luz sobre la aparición de la enfermedad y sus posibles tratamientos, así como nuevas preguntas en torno a ello. Descubriremos el caso de Sor Bernadette y las demás monjas de un convento estadounidense que han donado sus cuerpos para investigación. La autopsia de algunas de ellas reveló que, a pesar de que a su avanzada edad seguían mentalmente muy activas y contaban con excelente memoria, eran en realidad enfermas de Alzheimer en el estado máximo de demencia documentado. ¿Cómo se puede explicar este extraño hecho?.
Este documental, emitido en La Noche Temática (Televisión Española) dedicada al cerebro, presenta a personas que están ayudando a resolver el misterio de la enfermedad de Alzheimer con métodos inusuales. Como el que se puso en marcha en Lexington, Kentucky, a principios de los años 90, donde nació la idea de una investigación que se ha hecho famosa bajo el nombre de ‘El estudio de las monjas‘. Los documentales completos están disponibles en la web de «La Noche Temática» tras la emisión en televisión.
La hermana María Esther Boor se distrae echando una partida de cartas cada tarde en el salón comunal. Es el único momento del día en el que disminuye su imparable ritmo.
A Catherine Duval, madre superiora del Convento de Nuestra Señora, en Mankato (Minnesota, Estados Unidos), le gustaría que se tomase las cosas con más tranquilidad. Ni los ruegos de su superiora la frenan en su imparable actividad diaria.
Cada mañana se monta en la bicicleta estática para recorrer unos kilómetros y pasa buena parte de la jornada en el taller de cerámica. Agarrada a su andador, no se pierde ningún acto de la comunidad. “Le falla el oído, pero muy poco», explica sor Catherine.
Esther es más que un ejemplo para las Hermanas de Nuestra Señora, orden fundada el siglo pasado en Alemania y que tiene una comunidad numerosa en Estados Unidos. La centenaria monja representa para la ciencia uno de los misterios del envejecimiento humano. De hecho, sor Esther es ya objeto de un estudio científico. Ella y otras 200 mujeres de su congregación forman parte del “Informe monja”, una de las más peculiares investigaciones sobre el Alzheimer desarrolladas hasta la fecha. El proyecto ha sido publicado en el libro Aging With Grace (envejecer con gracia).
La retirada comunidad de Mankato, en la ribera del río Minnesota, se ha convertido en el monasterio más conocido del país. «Somos famosas. No esperábamos tal respuesta. Sin duda estamos muy orgullosas. Nos llaman muchos afectados por la enfermedad para darnos las gracias», asegura Catherine Duval. El Informe monja es sólo un pequeño paso. La cura contra el Alzheimer, que sólo en Estados Unidos afectará a 14 millones de personas en 2050 (en España son 400.000 los enfermos), está aún muy lejos. La investigación revela la relación entre la capacidad cognitiva e intelectual en la adolescencia y el desarrollo de la enfermedad degenerativa cerebral en la vejez. También conecta el Alzheimer con los niveles de ácido fólico, con las enfermedades coronarias y con el nivel de felicidad.
David Snowdon, profesor de Epidemiología en el Departamento de Gerontología de la Universidad de Kentucky, inició el estudio casi por casualidad. Viajó a Mankato para investigar sobre los elementos del régimen alimenticio que ayudan a la longevidad. Una vez allí, se dio cuenta de que el monasterio era una excelente probeta para desarrollar un estudio más ambicioso. Una comunidad tan homogénea es ideal para la ciencia, ya que todos sus miembros han estado expuestos durante años a un tipo de vida y alimentación similares.
El Convento de Nuestra Señora también era un tubo de ensayo inusual para la gerontología: el porcentaje de muertes a partir de los 65 años es un 25% inferior al resto de la población. Durante algunos periodos del estudio, en Mankato llegaron a convivir siete hermanas centenarias. Eran conocidas como las «siete magníficas».
La investigación de Snowdon es epidemiológica, es decir, se centra en el desarrollo de la enfermedad desde las raíces. Archivados en los sótanos del convento, el estudioso encontró una joya: los viejos diarios de cientos de monjas. Las autobiografías, que formaban parte del proceso de formación como novicias, no superan las dos páginas, pero son un documento precioso para el estudio de sus capacidades cognitivas. En 1991 logró enrolar en su inusual proyecto a casi 700 monjas, de las que sobreviven algo más de un tercio. Además de Mankato, participaron otros cinco conventos.
Durante 24 meses, monjas con edades entre los 75 y los 102 años fueron sometidas a exámenes físicos e intelectuales. El 85% de las hermanas sometidas al estudio tenía una licenciatura universitaria y un 45% de ellas contaba con un título de máster o doctorado. «Se trata de una cifra sorprendente para mujeres de esa generación», dice Snowdon. Por si fuera poco, más de la mitad de ellas dedicó buena parte de su vida a la enseñanza, lo que garantizaba un ejercicio intelectual diario.
Snowdon fue constatando cómo las religiosas que lograban expresar más pensamientos con mayor economía lingüística o mostraban más riqueza de vocabulario tenían menos propensión a desarrollar la demencia senil pasados los 85 años, una edad en la que el riesgo de Alzheimer son del 50% en la población general. «Aún no sabemos exactamente qué mecanismo cerebral es el que actúa”.
Para que el estudio estuviese completo, Snowdon tenía que examinar físicamente los cerebros de las hermanas. «Fue de las tareas más difíciles que jamás he acometido”. El cerebro no es un órgano cualquiera. La mayor parte de nosotros pensamos que contiene nuestra propia identidad, nuestra historia emocional, mental y espiritual. Eso es lo que convierte en extraordinaria la aceptación que tuvo nuestra petición de donación. Teniendo en cuenta estudios anteriores, nos conformabamos con obtener un 20% de los cerebros».
Sólo un 10% de las hermanas rechazó donar su cerebro a la ciencia. Algunas, eso sí, se lo pensaron. «Ciertas hermanas, las más curiosas, se planteaban cómo quedaría su cadáver en el ataúd. Cuando murió la primera que lo había donado, hubo quienes examinaron con detenimiento su cuerpo para cerciorarse de que no quedaban rastros llamativos de la extracción», recuerda la madre superiora.
«Durante nuestra vida nos entregamos al servicio, y tras la muerte podemos seguir siendo generosas, con la ciencia y quizás con millones de enfermos de Alzheimer en el futuro», insiste la responsable de Mankato.
Los cerebros de las hermanas fueron examinados en el Centro Gerontológico Sanders-Brown de la Universidad de Kentucky para determinar la localización y la extensión del deterioro que provoca la enfermedad.
Esta información fue comparada posteriormente con los exámenes físicos y cognitivos llevados a cabo a las monjas cuando aún estaban vivas. «Esto ha desvelado datos realmente sorprendentes», asegura Snowdon. El principal descubrimiento es que los síntomas no se corresponden con la patología. Hermanas cuyos cerebros presentaban daños extremadamente graves, habían mostrado un buen estado de salud mental y físico en los test clínicos. En cambio, el doctor se encontró con tejidos intactos de religiosas con claros síntomas de demencia senil en los últimos años de sus vidas. Otro hallazgo relevante es que los cerebros más sanos corresponden a los de monjas que superaron los 100 años. «El declive mental no es inevitable aunque nos hagamos extremadamente ancianos», afirma el científico.
Snowdon y la Dra. Deborah D. Danner acaban de publicar otro estudio que revela una fuerte relación entre los contenidos emocionales positivos y la longevidad. Ambos examinaron nuevamente 180 de los diarios de las más de 600 monjas del estudio.
«El mantenimiento de una actitud positiva parece ser muy importante para alcanzar una vida larga y alejada de enfermedad», explican.
«Algunas veces me siento como si tuviese 150 años, pero acabo de decidir que no me voy a rendir», escribía en un reciente diario la hermana Esther. Su autobiografía de novicia mostraba iguales síntomas de optimismo y felicidad. En cambio, otras hermanas que padecen de demencia, se mostraban pesimistas en su juventud. Esto parece confirmar que una de las recetas contra el Alzheimer puede ser la felicidad.
Este fantástico estudio nos hace replantearnos importantes cuestiones sobre el verdadero poder de nuestra actitud mental, incluso frente a enfermedades de marcado origen genético.
doblegandoalarazon.blogspot.com, rtve y alzheimeruniversal.eu
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