La resistencia a la insulina de las células del cerebro es una condición que puede anteceder y contribuir con el deterioro cognitivo asociado a la enfermedad de Alzheimer, de acuerdo con un estudio reciente publicado en la revista Journal of Clinical Investigation.
El estudio fue realizado por un grupo de investigadores de la Escuela de Medicina Perelman de la Universidad de Pennsylvania y es el primero en su género que logra demostrar experimentalmente que las células del cerebro de las personas que padecen de Alzheimer presentan una respuesta deficiente a la insulina, lo cual afecta las múltiples funciones que desempeña esta hormona en el tejido encefálico. La insulina regula el metabolismo de los carbohidratos y grasas en el organismo. En condiciones normales, esta hormona facilita el paso de la glucosa que circula en la sangre al interior de las células musculares y del hígado donde esta es utilizada como fuente de energía o almacenada en forma de glucógeno, para ser utilizada cuando el organismo lo requiera. Los depósitos de glucógeno sólo pueden almacenar cierta cantidad de glucosa, por lo tanto, el excedente de esta se deposita en forma de grasa en el hígado. La insulina también permite el paso de lípidos circulantes (ácidos grasos libres) al interior de las células grasas o adipocitos, donde se depositan en forma de triglicéridos para ser utilizados como fuente de energía.
El cerebro, a pesar de su escaso peso (2 % de la masa corporal), es nuestro órgano más voraz. Consume el 60 % de la glucosa que circula en la sangre, alrededor de 450 calorías diarias. Sin embargo, las células cerebrales no dependen de la insulina para la captación de glucosa, además no almacenan energía en forma de glucógeno o triglicéridos como lo hacen otras células del organismo, por lo tanto, necesitan un suministro continuo de glucosa para asegurar su supervivencia. Sin embargo, cuando el contenido de carbohidratos de la dieta es extremadamente bajo, por ejemplo como en la dieta de Atkins, el cerebro puede utilizar los cuerpos cetónicos (compuestos que derivan del metabolismo de los lípidos) como fuente de energía. La insulina puede influir en las neuronas directamente a través de mecanismos no relacionados con la captación de glucosa. Estudios previos han demostrado que esta hormona tiene un papel importante en el aprendizaje y la memoria. La base biológica de estos procesos reside en la sinapsis, que es la unión o conexión entre las neuronas, donde la insulina juega un papel relevante. Esta hormona, igualmente, modula la liberación de neurotransmisores como la acetilcolina, norepinefrina y dopamina asociados a importantes mecanismos relacionados con las funciones cognitivas. Además, contribuye con los mecanismos de regulación de la ingesta de alimentos. En resumen, la insulina promueve la salud de las células del cerebro, su crecimiento, supervivencia, remodelación, plasticidad de las sinapsis, memoria y aprendizaje.
Fuente: http://www.infodiabetico.com
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