¿Cómo buscar la causa que desencadena una conducta incoherente en nuestro familiar?
La aparición de una alteración en el comportamiento o en el estado afectivo de un familiar aquejado por la enfermedad de Alzheimer siempre es un momento delicado para el cuidador y para el entorno.
Al principio, los cambios son insidiosos, progresivos y mal comprendidos por las personas que acompañan al enfermo en su día a día. Poco a poco, estos problemas se irán agravando, y más tarde, un comportamiento más acentuado puede, de repente, sorprender a todos; el enfermo se da a la fuga y se extravía, tiene alucinaciones, acusa a sus hijos de haberle robado, etc.
Las modificaciones permanentes del comportamiento o del estado afectivo de una persona con la que el cuidador y el resto de la familia viven todos los días es, sin duda, una fuente de tensión, de estrés, de cólera y de frustración.
Si bien hay muchos cuidadores que buscan ellos mismos soluciones a los problemas que permitan adaptarse al ritmo de vida que marca su familiar enfermo, otros carecen de las habilidades, la formación y los recursos suficientes para hacer frente a estas alteraciones. Muchas veces, los comportamientos incoherentes de su familiar les pilla por sorpresa, no saben cómo gestionar la situación y a menudo entran en pánico o se enfadan con el enfermo.
Las primeras manifestaciones suelen ser las más estresantes. Además, es mejor estar prevenido de las situaciones potenciales que nos podemos encontrar, para así establecer estrategias que permitan superar las dificultades que nos encontremos. Esto permitirá una mejor gestión de los comportamientos ilógicos y disminuirá el estrés y la frustración tanto para el enfermo, como para su cuidador y demás familiares que convivan con él.
El control sobre los cambios recae principalmente sobre la comprensión de éstos, y no sobre una prescripción sistemática de medicamentos; aprender a manejar, controlar y buscar una explicación a lo que le sucede al enfermo es el rol principal del cuidador.
Las tres fases del análisis:
Podemos distinguir esquemáticamente tres etapas en la comprensión y el análisis de los problemas que nos encontraremos
Etapa 1: comprender lo que sucede y ser capaz de explicarlo a otras personas que se ocupan del enfermo, en especial, al médico que sigue el caso.
Etapa 2: detectar las repercusiones del comportamiento, evaluar si es potencialmente peligroso para el enfermo o las personas que le rodean (una agresión física) o si es simplemente un comportamiento molesto e ilógico (deambula por los pasillos)
Etapa 3: buscar una causa eventual que haya podido desencadenar un comportamiento incoherente sobre la que es posible actuar en consecuencia para modificar dicho comportamiento y, sobre todo, evitar su reaparición en el futuro.
¿Cómo proceder?
Usted podrá realizar este análisis solo, o con ayuda de otras personas de su círculo más cercano. No conviene saltarse ninguna de las etapas descritas anteriormente. Pasar a la etapa siguiente sólo cuando hayamos completado la anterior. Si es necesario, anotar las impresiones u observaciones en un papel. De esta forma le será más fácil transmitirle la información a su médico.
Etapa 1: identificar la modificación tanto afectiva como comportamental que presenta el enfermo
Hay un gran abanico de comportamientos ilógicos y alteraciones afectivas en el perfil de un enfermo de Alzheimer; identificar de cuál se trata es el primer paso.
Intentar precisar:
- Si el comienzo ha sido de repente, o si, al contrario, la modificación se ha producido de manera progresiva.
- Si se trata de la primera vez que manifiesta la conducta o si se viene dando con cierta regularidad
- Si no es la primera vez que percibimos los cambios, ¿se producen siempre a la misma hora del día? (por ejemplo, con la llegada de la noche) ¿qué circunstancias se dan cuando manifiesta la conducta?
- Si se pudo controlar la situación en ocasiones anteriores, ¿qué medidas fueron adoptadas?
Analizar sus propias reacciones
- ¿Cómo ha reaccionado?
- ¿Ha sentido miedo o pánico?
- ¿Se ha enfadado con el enfermo o con usted mismo?
- ¿Ha intentado hacerle razonar sobre su comportamiento?…
Etapa 2: detectar las repercusiones del comportamiento ilógico para el enfermo, para usted y para el entorno
¿Se trata de un comportamiento simplemente molesto, pero que puede hacerle perder los nervios? (le repite constantemente la misma pregunta o no para de seguirle por la casa allá donde va)¿Se trata de una situación en la que puede verse comprometida la integridad física del enfermo? (ideas suicidas, fuga y extravío)¿Se trata de un comportamiento que puede ser peligroso para alguien del entorno? (una agresión física)¿Se trata de un comportamiento que pueda ser disruptivo para los vecinos? (actividades y deambulaciones nocturnas)Las medidas que usted ha decidido adoptar tienen que tener en cuenta las consecuencias que entraña el comportamiento de su familiar.
Etapa 3: buscar una causa eventual que haya podido desencadenar el episodio y sobre la que sea posible actuar
Los cambios en el estado afectivo y el comportamiento, por lo general, no se producen sin un motivo que los provoque; suelen venir precedidos de una o varias causas que lo desencadene; y su alteración en su conducta y su estado de ánimo es la forma mediante la cual el enfermo expresa su situación. Es su forma de reaccionar ante una situación dada, y que ya no cuenta con las competencias necesarias para gestionarla correctamente; está inquieto, frustrado, ansioso, se siente solo, está bajo de ánimo, pierde su autonomía, su autoestima… o tiene alguna molestia física que no puede expresar verbalmente.
Dicho de otro modo, además de la circunstancia desencadenante del episodio que hay que identificar, es necesario igualmente intentar comprender las razones, causas y sentimientos que vive el enfermo.
Hacerse sistemáticamente la pregunta: ¿Qué me querrá decir?
Intentar recordar que ha pasado justo antes del comienzo del episodio o el cambio en su estado de ánimo. A continuación, una lista de las causas más habituales y las circunstancias que pueden provocar la aparición de una alteración del comportamiento o del humor.
1) El malestar físico
En un estado avanzado de la enfermedad, o debido a problemas del lenguaje, su familiar ha perdido la capacidad de expresar a los demás si se encuentra mal, le duele algo y si es así, dónde le duele.
Los enfermos están sujetos a toda una serie de problemas de salud relacionados con la edad, ya sean leves o graves. Un dolor articular, una gripe o alguna fractura pueden ser motivo del aumento de su ansiedad y como consecuencia, de su agitación.
También puede tratarse del efecto secundario provocado por algún medicamento o la interacción de varios (las personas mayores consumen diferentes tipos de medicamentos y en cantidades excesivas)
El descubrimiento de una causa física y su tratamiento permiten evitar el malestar del enfermo y prevenir la reaparición de los problemas asociados
2) El entorno
El enfermo puede malinterpretar situaciones que se le imponen, siempre con las mejores intenciones por parte de su cuidador y de su entorno. Por ejemplo:
Le hacemos preguntas sobre el día en el que estamos, fechas importantes a recordar, recuerdos sobre su vida… con el objetivo de estimular su memoria. Muchas veces, convertimos un ejercicio de estimulación en una hiperestimulación; ponemos al enfermo en una situación incómoda, disminuye su autoestima y aumenta su frustración. Como consecuencia podemos encontrarnos con una persona que abandona las actividades con las que antes disfrutaba, participa menos en las tareas propuestas y adopta una actitud de retraimiento social y comunicación con las personas de su entorno
Hemos modificado elementos de su entorno; pintamos la habitación, ponemos moqueta en el pasillo o simplemente viene gente a casa de visita. Cualquier mínimo cambio puede suponer una desorientación en la realidad del enfermo y por lo tanto, acrecentar su inseguridad y agitación
3) Las dificultades de comunicación
Durante el transcurso de la evolución de la enfermedad, su familiar tendrá cada vez más dificultades para expresarse verbalmente, hacerse comprender por usted y por el resto de personas de su entorno. Su comportamiento puede traducir un sentimiento de impotencia, de frustración, desesperación… al darse cuenta de que nadie le entiende.
A nivel práctico, recomendamos hacer una lista de las diferentes circunstancias (molestias físicas, entorno y dificultades de comunicación) que pueden estar influyendo en las modificaciones del comportamiento y del estado de ánimo de nuestro familiar enfermo y sobre las que sí tenemos capacidad de actuación.
RECORDAR:
Las primeras manifestaciones son siempre las más disruptivas y estresantes.Los cambios del comportamiento y del humor son una fuente de tensión, cólera y frustración para el cuidador y su entorno.Estar atentos a las circunstancias que puedan causar su aparición… y no olvidarse de analizar nuestras propias reacciones cuando nos encontramos con un comportamiento ilógico o un estado afectivo alterado.Determinar si los problemas del comportamiento son simplemente molestos, o si por el contrario puede suponer un peligro potencial para el enfermo o para su entorno.Buscar siempre una causa desencadenante y el sentimiento que pueda traducir el enfermo. “Qué me querrá decir”.
Gracias por este artículo a Jacques Selmès (Secretario FAE) y a Luis Garcia (Psicologo cognitivo)
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